Empresa y administración: ¿qué pueden hacer nuestros políticos?

LA ADMINISTRACIÓN debe ser un instrumento eficaz al servicio de la empresa, en cualquiera de sus formas, porque es ésta última el verdadero motor de cualquier sociedad moderna. En una provincia como León, la administración no sólo debe pretender y facilitar la entrada de nuevas empresas, aunque se produzcan en muchas ocasiones de manera virtual, aún más importante sería mantener las empresas ya establecidas. Los inversores y las empresas necesitan estabilidad en su entorno y sencillez en los trámites. Es curioso como nuestros políticos, sea cual sea su «color» o «bandera» se empeñan en llorar las desgracias que estas latitudes han sufrido a lo largo de las últimas décadas: falta de infraestructuras, desviación de inversiones, centralismo, ..., sin embargo, estos mismos políticos, los que mandan en nuestras instituciones, vuelven la cabeza ante los problemas de nuestras empresas, que son en definitiva quienes marcan el pulso vital de una economía. Y eso, que en muchas ocasiones las demandas se limitan a pedir una administración ágil y eficaz. Es necesario optimizar y acortar los infinitos pasos que las personas físicas y jurídicas dan cuando se necesita de la administración, no se puede ir de puerta en puerta, de mesa en mesa, de despacho en despacho, y vuelta a empezar. Con ello lo único que se consigue es ralentizar gravemente el desarrollo de las empresas hasta límites insospechados e insostenibles. La supervivencia de muchas unidades económicas depende de su capacidad de reacción y adaptación en un entorno global, flexible y cambiante. Dicen los manuales, los que nuestros estudiantes se afanan en leer y releer en una Universidad claramente exportadora de capital humano, que cuando una empresa decide crecer y lo hace tratando de colocar sus productos en otros mercados, una de las barreras -u obstáculos- más importantes con las que se encuentra, son las condiciones legales y administrativas del país receptor en cuestión, innumerables trámites con un único objeto, beneficiar a su propia industria, disuadiendo a los posibles «intrusos». Aquí, somos nosotros mismos los que nos perjudicamos, ¡adiós a los manuales! y a cualquier lógica, es una perversión de enorme magnitud, que acrecienta de manera progresiva nuestro distanciamiento con otros territorios. León se ha consolidado en la cabeza de la burocratización, y esa es la peligrosa novedad, porque hemos de convenir que casi siempre estamos en la cola de casi todo. No se darán cuenta nuestros gobernantes, esos que no se cansan de decirnos día sí y día también que su leitmotiv es León, ahí están sus eslogan: «Trabajamos para León», «León es lo Nuestro», «Hacemos León» , ..., como decíamos, no se darán cuenta que no sólo los elegimos para que sean portada en medios de información seduciéndonos con sus habituales titulares envueltos en quejas lacrimógenas, sino también para que en sus ámbitos de actuación gobiernen, no olvidemos que de cada 100 euros gestionados desde lo público, 52 lo son por entidades locales y regionales. Por supuesto que son importantes institutos y laboratorios, autovías y autopistas, aeropuertos y puertos, sean estos últimos secos o de mar. Ahora bien si lo que se quiere para León es una red empresarial fuerte, diversificada y dinámica, la Administración también debe serlo. No es posible que en una sociedad como la nuestra, la leonesa, eterna aspirante al tren del empleo y el progreso, exista este altísimo grado de enfangamiento administrativo. Estimados políticos y a la par conciudadanos, esfuércense en demostrarnos con hechos y no con meros discursos que son dignos representantes de esta sociedad, hay políticas que sí dependen de ustedes.