Diario de León
Publicado por
MANUEL LEGUINECHE
León

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LA ACTRIZ y ex ministra de Cultura, Melina Mercuri, ya fallecida, llamó a Atenas, su ciudad, de la que su abuelo había sido alcalde, «una mujer fea con gran encanto». Para adecentarla en la cita olímpica, las prostitutas, los perros, los adorables gatos de la capital, fueron trasladados al extrarradio. El lema de la selección nacional lo decía todo para subir la moral: «No somos once, somos once millones». Adiós a los complejos de inferioridad. Ya no somos la Cenicienta de Europa. Vuelve a hablarse del alma griega cuando hace unos pocos meses nadie daba un dracma por el futuro de la selección de fútbol. El seleccionador alemán, al que cantan los Pindaros modernos, opina que los griegos necesitan de la presión para funcionar. «Bajo presión, añade, son los mejores. Son sentimentales. Cuando el primer ministro toma un taxi, el conductor se pone a explicarle primero cómo hay que gobernar el país, antes de llevarle a su destino». Grecia, con el amor a la mitología como telón de fondo, y eso que tiene mucho más de la oscuridad tortuosa de los Balcanes que del logos racional de la Grecia Antigua, se muere por ofrecer su mejor fachada, revocada, moderna. Hasta la contaminación ha dado signos de retirada en medio de la «obsesión olímpica de la pureza». Los griegos, vamos a ver por cuanto tiempo, se creen, y no sólo en 2004, bendecidos de los dioses, herederos de una cultura superior, de Sócrates, de Fidias, el gran escultor europeo, de Alejandro Magno, del Imperio bizantino. Aunque hay quienes advierten sobre el peligro de la soberbia nacional.

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