Muy agradecidos

LA GRAN CANALLADA de la guerra de Irak está llevando a ese país, a Oriente Medio y al mundo entero a una situación espeluznante, que debió ser evitada si George W. Bush y sus compinlegas de las Azores hubieran atendido el clamor de la opinión pública internacional, de la ONU y de la mayoría de los Gobiernos para que se siguiera buscando una solución legal y negociada. Los responsables del ataque a ese país se justificaron en falsedades y colosales mentiras que todos conocíamos, y cuando eso se ha demostrado paladinamente, ni siquiera han tenido el rasgo de reconocerlo, pedir perdón al mundo, dimitir de todas sus responsabilidades y ponerse a disposición de la Justicia internacional para dirimir sus eventuales responsabilidades penales. Las opiniones públicas hicieron lo que pudieron y la española se distinguió tanto por su fuerza movilizadora como por la práctica unanimidad de su protesta y de su condena. Los partidos políticos españoles, todos los grandes movimientos sociales, culturales, políticos y sindicales dieron el do de pecho, ante la impasibilidad del Gobierno de José María Aznar y del Partido Popular. Ahora, después de un año y medio de espanto y de sangre, en Irak se ha entrado en una etapa si cabe más grave y peligrosa, ya que los ocupantes USA no se detienen ante el santuario chií de Nayaf, corazón de esa fe religiosa, y caen allá con toda la fuerza y la violencia que habíamos visto en las películas de la guerra de Vietnam. Eso confiere a la guerra una dimensión de irreversible fábrica de odio, que se añade al carácter ya adquirido de guerra civil al tiempo que guerra contra el invasor. Ni Gobierno interino, ni asamblea provisional, ni perspectiva de elecciones, nada, absolutamente nada, va a traer ningún remedio a ese desastre, que puede desembocar en un nuevo genocidio, como el de los bombardeos que se sucedieron durante los meses de marzo y abril del año pasado. Además, el petróleo se dispara (ja, ja, Ana Palacio) y se pone en grave riesgo la estabilidad económica mundial. Pues les estamos muy agradecidos, señores de la guerra, señores de las Azores, por su aportación a la paz, la prosperidad y la seguridad del mundo.