Diario de León
Publicado por
JOSÉ CAVERO
León

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SUS SEÑORÍAS los diputados, y en concreto sus correspondientes jefes de fila, han cooperado muy sustancialmente al incremento de la tensión política, la crispación o la bronca, como también se denomina este clima áspero y desapacible que ofrece la política española en las últimas semanas. Sus señorías los diputados han debatido, tanto en los medios informativos como en los escaños, la fórmula o el procedimiento para designar a los magistrados vocales del Consejo general del poder Judicial y se han ratificado en sus respectivas posiciones: el PP era favorable a mantener las reglas del juego de la mayoría simple, mitad más uno, frente a los socialistas, que han pretendido, y finalmente logrado, que esa elección se produzca con mayoría más amplia, de tres quintos de los votos. Muchos ciudadanos se preguntarán qué más da, por qué una cuestión teóricamente tan simple ha alborotado hasta tal punto las aguas de la política partidista. O por qué se han adoptado tantas molestias, se ha recurrido a procedimientos tan irregulares y extremos para llegar a esa finalidad. Y sobre todo, cabe preguntarse si es más democrática o menos una fórmula que la otra. La cuestión es sencilla: los magistrados son mayoritariamente conservadores, como lo son las asociaciones profesionales en que se reúnen, y quieren seguir manteniendo esa hegemonía en las instituciones y altos cargos de responsabilidad que en las próximas semanas corresponde elegir o designar. No quieren que sus planes y proyectos de vida los interrumpa o desvíe la intencionalidad política de un grupo que aspira a imponer criterios de mayor consenso: y en la misma línea de coincidencia de propósitos está el Partido Popular, que también ve amenazada esa hegemonía de la que vienen disfrutando en ese terreno. En realidad, todos son coincidentes en que lo deseable sería que la independencia judicial tuviera demostración más palpable y visible sin necesidad de que los magistrados llegaran a ser un calco y una reproducción del reparto que los partidos tienen en las cámaras legislativas. Pero la politización viene ya de lejos, y no parece que resulte fácil romper con ese estado de cosas. ¿Es más democrática la mayoría de tres quintos que la de la mayoría simple? A simple vista, sí. Otra cosa es el procedimiento. Todo el espectáculo ha sido lamentable, y poco se mejorará. La imagen de una justicia politizada, mediatizada por los partidos que apoyan o se oponen al gobierno se mantendrá. Los magistrados seguirán alineándose, políticamente, con la fuerza que procuró su designación, sin demostración de criterios estrictamente profesionales e independientes de la visión política...

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