Diario de León
Publicado por
MANUEL ALCÁNTARA
León

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EL GOBIERNO de los Estados Unidos ha licenciado a las unidades encargadas de buscar en Irak armas nucleares, armas biológicas, armas químicas y otras clases de armas, todas de destrucción masiva. No pudieron hallarlas por una única razón: no las había. Escudriñaron por todas partes, hasta debajo de las alfombras voladoras, pero no existían. Los arsenales y los polvorines con los que el presidente Bush justificó la invasión eran imaginarios. Sirvieron de excusa para aplastar a ese país y matar a miles de iraquíes inocentes y, de paso, para que murieran algunos centenares de «marines», no todos amantes de la tortura, pero lo que se esgrimió para justificar la injustificable guerra era mentira: allí sólo había, aparte de algunos alfanjes, armas convencionales. No es una razón suficiente para invadir un país que esté regido por un odioso tirano. El hecho de que a George Bush le cayera antipático Sadam Huseín, cosa que le pasa a mucha gente, no es pretexto que sirva para ampliar las regiones devastadas y los cementerios. Hay todavía muchos dictadores sangrientos cuyas relaciones con el Imperio son excelentes, lo único que les diferencia del sátrapa Sadam es que en el subsuelo de sus respectivas naciones no hay petróleo. Así es la vida y así es la Historia, que dicen que es maestra de la vida. Por lo menos eso creía Cicerón, que además estaba convencido de que la Historia es «testigo de las edades, luz de la verdad, vida de la memoria, heraldo de la antigüedad» y no sé cuántas cosas más, todas muy estimables. El caso es que Estados Unidos ha desistido de la búsqueda de armas de destrucción masiva, después de destruir vidas y haciendas, palacios y chabolas. ¿Para qué perder el tiempo, después de tantas pérdidas? El informe final del jefe de los detectives, Charles Duelfer, no deja resquicio para ningún tipo de duda: allí no estaba lo que les hubiera gustado encontrar. Sadam no sólo no tenía armas, sino que carecía de capacidad para fabricarlas. A Duelfer sólo le resta dejar un cartelito que diga «Perdonen por las molestias».

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