Diario de León
Publicado por
MANUEL ALCÁNTARA
León

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EL LEMA de los penúltimos granujas que asolaron el país que aún llamamos con el mismo nombre que cuando éramos chicos, debe ser el mismo: «Santa Rita, lo que se roba no se quita». Las libertades democráticas han permitido denunciar los latrocinios, pero no se ha logrado que los ladrones devuelvan lo que se llevaron. Su problema es de paciencia, esa virtud que admiro sobre las demás, ya que es un componente imprescindible de ellas. «El que aguarda sabe que la victoria es suya» y Luis Roldán espera. No accederá al tercer grado penitenciario porque no ha devuelto lo que robó, pero sabe que llegará un día entre los días en el que será libre y millonario. Es cuestión de tiempo. La Justicia le ha negado ahora al ex director de la Guardia Civil -vaya ojo que tuvo el que le nombró- el régimen abierto, alegando que siguen sin aparecer más de nueve millones de euros. «El Relojero» se ha quedado con la miel en los labios y con la pasta en el bolsillo, pero espera que le llegue la hora. El tristemente famoso Roldán fue condenado a 28 años de cárcel, por malversación, estafa, cohecho y cinco delitos contra la Hacienda Pública, pero se porta muy bien en la cárcel. Nadie le puede discutir el mérito de haber hecho de su caso el más sonado entre los muchos que se dieron durante la anterior etapa del Gobierno socialista. No le fue fácil porque había gran competencia en cuanto a corrupciones. En la carrera se inscribieron muchos, pero él llegó el primero. Otro participante, de diferente categoría y estilo, por supuesto, fue Rafael Vera, el ex secretario de Estado de Seguridad, que ahora solicita ingresar en prisión por primavera para resolver antes los trámites de su jubilación como funcionario del Ayuntamiento de Madrid. Lo que está claro que los dos ex, en un futuro más o menos cercano, serán dos ex pobres. Están dispuestos a cumplir sus respectivas condenas pero no a devolver lo que se llevaron. Con nuestro pan se lo coman. El peso de la ley, que es enorme para quienes le roban el bolso a una señora a la salida del supermercado es muy liviano para este linaje de «tironeros».

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