Diario de León

TRIBUNA

Castilla y León, capital Oporto

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EN LOS ÚLTIMOS años es perceptible que existe un movimiento en el ámbito de los funcionarios universitarios tendente a justificar y dar cobertura al ente político y administrativo que es el que en definitiva sufraga los gastos de esas universidades. Todos sabemos que suele ser rentable el aliarse con el poder, máxime si se tiene una dependencia directa del mismo. La rebeldía suele tener un precio que no todos están dispuestos a pagar. Sin embargo, consideramos importante desenmascarar estas situaciones por cuanto supone de falsear las cosas, ocultarlas y hacerlo todo ello desde el marchamo de «profesores universitarios», como «científicos» que desde el limbo únicamente aspiran a conocer y ampliar el ámbito del conocimiento. Así por ejemplo J. Andrés Blanco nos dice en su ponencia sobre la formación de la identidad regional de Castilla y León: «Los que han mantenido una visión territorial 'naturalmente' razonable no puede situar ese marco en otra entidad que sea la región natural del Duero, creemos que son los únicos que han tenido una percepción correcta, quizás la única aceptable. Parece que por encima de las elaboraciones políticas, de las aspiraciones culturales 'diferencialistas', de los intereses legítimos pero limitados, existe una identidad 'natural' incuestionable y que rara vez se ha cuestionado de hecho. Quienes han identificado el de la Castilla histórica y étnica, y de la Castilla y León región autónoma con la cuenca del río Duero son los que ponen las bases inteligentes para el entendimiento 'desde abajo' de una cuestión plagada de equívocos». Y termina concluyendo: «No hay otra definición posible». Por lo que para hablar de «regionalismo castellano» ese autor deja claro que siempre se va a referir a ese ámbito territorial. Atendiendo a ese criterio resulta que hay una verdad que surge no como un proceso de debate intelectual sino que es algo natural. De modo que desde ese talante autoritario (ajeno por otra parte al propio de los ámbitos universitarios) se nos dice que esa verdad es «la única aceptable». Hemos de hacer cuestión de fe el aceptar esa «identidad natural incuestionable», ya que no hay otra definición posible. Me parece que es de una insolencia intelectual impropia de alguien que ejerce funciones universitarias afirmar que «los únicos inteligentes son aquellos que identifican Castilla y León con Castilla y el regionalismo existente en esa comunidad con el regionalismo castellano». Decir en León que esa identificación se hace «desde abajo» y desde la base del entendimiento es directamente un insulto a los leoneses en su conjunto, a los que participaron en las movilizaciones y a los que no asistiendo a ellas supieron en todo momento de la oposición existente. Es un síntoma de claras carencias universitarias el educar en el desprecio al debate intelectual y al fomento de las verdades únicas e inmutables. Yo más bien creo con Aute que «sólo morir permanece». Esas posiciones las asocio a universidades faltas de estímulo intelectual y sobradas de corporativismo de modo que se escandalizan cuando una institución democrática califica de persona «non grata» a un autor pero callan a los atropellos que surgen desde ese propio ámbito universitario. Si Castilla y León responden a la «región natural del Duero», como se sostiene de forma incuestionable y «natural», yo propongo que la capital de esa «región natural del Duero» sea Oporto, al fin y al cabo la ciudad más importante de la cuenca del Duero en cualquiera de los criterios que se desee (económico, habitantes¿). Una de dos: o hay otros criterios además del de pertenecer a una cuenca hidrográfica (que ese autor no indica en ningún caso) o nos deben explicar los motivos por los que se excluyen del ámbito de Castilla y León zonas que no sólo pertenecen a esa cuenca sino que son la propia desembocadura de ese río. Por el contrario se incluyen territorios cuyos ríos son de otras cuencas que desembocan en el Cantábrico o en la cuenca del Miño. Esa concepción territorial lleva a la disgregación de las poblaciones leonesas. ¿Quiere decirnos ese autor que todas las tierras leonesas que no pertenecen a la cuenca del Duero deben de excluirse de esa Comunidad y por tanto deben dejar de ser leonesas? ¿Es coincidencia o algo más que ese libro haya sido patrocinado por Caja Duero?. No deja de ser curioso que quienes defienden la concepción de «Castilla y León como una región asociada a la Cuenca del Duero» contrapongan ello como algo «natural» y dejen a los demás el concepto de «la elaboración política». Para nosotros no hay nada más rancio que presentar «mi verdad» como «la verdad». No olvidemos que el franquismo siempre trato de alejar a los ciudadanos de «la política». Los conceptos de «única verdad» evitaban a los ciudadanos la «funesta manía de pensar». Algunos que queremos ser ciudadanos libres, que preferimos seguir pensando por nosotros mismos aunque corramos el riesgo de equivocarnos, nos situamos en la otra orilla del río. Tal vez es que la libertad la encontramos más cerca de la montaña que de los despachos de la administración próximos al Duero.

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