Más luces que sombras

NO HA sido esta Semana Santa la mejor en la historia de la capital, pero pudo haber sido peor, ya que sólo fueron tres las procesiones suspendidas, si bien los aguaceros deslucieron varias y otras cuantas realizaron el desfile cubiertas por plásticos, echando por tierra el trabajo de numerosas personas durante mucho tiempo. Pero como de eso nadie tiene la culpa y tampoco es posible evitarlo, porque la meteorología siempre se impondrá, sólo merece la pena felicitar a quienes pusieron su mayor empeño en que estos actos pudieran celebrarse. Pero, a toro pasado, quiero destacar algunos aspectos que me han sorprendido favorablemente. En primer lugar, el silencio y el interés con que la gente presenciaba los desfiles procesionales. Me llamó la atención, porque en años anteriores había brillado por su ausencia, Incluso creo que se aplaudió menos que otros años el baile de los pasos. «Es una pena que se esté convirtiendo la Semana Santa en un espectáculo» escuché decir a una señora, cuando algunas personas aplaudieron a los papones que remarcaban el paso al son de la música. Tampoco esta vez aprecié que se hubiera buscado el lucimiento a base de adaptar para banda canciones de temas no sacros. Merece destacarse que la Catedral estuviera abierta e iluminada para que pudieran contemplarla miles de personas. La limpieza de las calles, también fue notable, aunque la lluvia contribuyó a ello. Sólo desentonaba la gran cantidad de globeros al final de las procesiones, que parecían a punto de volar, como Mary Poppins, arrastrados por el viento.