Diario de León

TRIBUNA

Carta de un preso a Zapatero

Publicado por
ANDRÉS DOPICO BARROS
León

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SEÑOR PRESIDENTE: Espero que sepa entender mi carta, y no porque tenga 47 años de edad, o porque esté en la cárcel. No le extrañe que lo aquí manifestado, más que real, sea simbólico. Digo esto así porque tengo el convencimiento de su absoluta ignorancia hacia la problemática social y de convivencia existente en las cárceles de nuestro país. Todos los ciudadanos pedimos a nuestros gobernantes, de una u otra manera, lo que más o menos esperamos de ellos, o en función de lo que un día nos han prometido. Espero también que esto no sea tachado de racismo o xenofobia, ya que mi intención tan sólo es recoger en este escrito la cruda realidad de las cárceles, especialmente para los que llevamos muchos años en ellas por pequeños delitos. Yo, como preso, y al menos en teoría, no debería encontrarme excluido de la sociedad, o así lo esparcen a los cuatro vientos nuestras leyes. Sin embargo, y en la práctica, tengo la impresión de que, como si de una toalla se tratase, se me introdujo en un armario del que nadie sabe dónde está la llave. Siempre he creído en la reciprocidad. Es decir: tratar de ayudar a esa parte de la sociedad, a la que un día perjudiqué. Trabajar con ellos/as haría que todos/as nos sintiésemos mejor y más útiles. Ahondar en la motivación de los pequeños delitos nos ayudaría también a poder evitarlos. Y esto no cuesta nada, señor presidente. Es tan barato como las ganas de hacerlo. Por otro lado, y teniendo en cuenta el gran hacinamiento que tenemos en las prisiones, las que soportan el mayor número de presos que hubo en toda la democracia española, es completamente imposible el realizar una clasificación y un tratamiento individualizado de presos, como así lo establece la Ley Orgánica General Penitenciaria a través de los artículos 59.1 y 2, además del artículo 62c y que son de obligado cumplimiento y no como floreros, como ocurre en la actualidad. Esto hace que decrezca l a calidad de vida, ya de por si bastante baja, aunque reconozco que ha mejorado un poco en los últimos decenios. Como no hubo tratamiento, los niveles de reincidencia se han disparado desorbitadamente. La superpoblación que se viene observando en los seis u ocho últimos provoca el choque de culturas, especialmente la magrebí, y hace que la convivencia sea completamente imposible, ya que éstos son personas incapaces de atenerse a unas normas de educación y respeto, tanto hacia el funcionariado como hacia sus compañeros, lo cual es norma fundamental en cualquier comunidad o colectivo de la sociedad. Y en ello, a las pruebas me remito. Señor presidente, en cuanto a las leyes penales existe una clara desproporción entre los presos nacionales y los extranjeros, lo que no sólo es un agravio comparativo, políticamente incorrecto y... ¡qué quiere que más le diga!, a quien lo sufre le repatea bastante. Véase patrones de pateras, o si lo prefiere, traficantes de seres humanos, y además de hachís, son condenados tres años y medio. A un chaval que la policía le intervenga dos o tres gramos de la misma droga se le condena hasta a cuatro años de prisión. ¿Qué es lo que falla, señor Rodríguez Zapatero? ¿Dónde se quedaron aquellas promesas reformistas que hizo usted hace unos meses? ¿Eran tan sólo agua de borrajas? Con el debido respeto, le ruego, señor presidente, que afronte esa esperada reforma en las prisiones con hechos, con igualdad, con planes de formación, con trabajo y con medios sociales. En definitiva, que la cárcel sirva para algo más que almacenar personas. Creo que es eso lo que la sociedad pretende de ustedes y de nosotros. Que podamos reinsertarnos. A ellos/as se lo debemos. Muchas gracias, señor presidente.

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