Dos grados más

LOS ESPAÑOLES siempre hemos derrochado paciencia con los sucesivos gobernantes, y no digamos cuando no se podían suceder, pero ahora es el Gobierno el que nos pide que no derrochemos algo. «Luz, menos luz», es su lema antigoethiano. Para que su petición sea atendida ha encontrado el único procedimiento que nunca falla: en vez de tocarles el corazón a los ciudadanos, tocarles el bolsillo. Las familias tendrán un cupo de electricidad y pagarán hasta cuatro veces más si lo superan. La medida de choque para penalizar el consumo de energía se aprobará mañana y no se puede decir que sea inconveniente. Lo que sí se puede decir es que afectará preferentemente a los pobres. No es presumible que las personas pudientes o las que disfrutan de eso que llaman un buen pasar, que son todas las que no las pasan canutas, estén preocupadísimas por apagar la luz de la cocina cuando pasen al salón, ni por apagar la luz del salón cuando pasen a la cocina. El ahorro, según parece, es una virtud reservada a las clases populares, como la sobriedad y tantas otras. Mi inolvidable amigo Chumy Chúmez decía que los españoles somos unos manirrotos y no ahorramos porque nos lo gastamos todo en impuestos. Lo cierto es que se acercan tiempos oscuros. De hecho, Red Eléctrica de España ya ha interrumpido el suministro a decenas de empresas ante los problemas para generar energía. El ministro de Industria, Turismo y Comercio descarta una subida «inmediata» de las tarifas, lo que anuncia inequívocamente que las tarifas subirán dentro de unas semanas. No hay que buscar culpables. La única culpable es la mal llamada Madre Naturaleza, que se desentiende de sus transitorios hijos. Lleva mucho tiempo escampando a todo escampar. Fíate de la Virgen de la Cueva y no corras. Hace meses que no se vende un paraguas. Ni siquiera los que van a las procesiones pidiendo la lluvia creen necesario adquirirlos.