Diario de León
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FEDERICO ABASCAL
León

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AZNAR HA HABLADO mientras su partido, al que honoríficamente preside, digiere la pérdida de Galicia, a manos de una coalición de izquierdas. En el discurso inaugural de los cursos de verano que FAES (Fundación para el Análisis y Estudios Sociales, el think tank del PP), el ex presidente criticó con gran dureza y algún sarcasmo al Gobierno de Rodríguez Zapatero y, dibujando una estrategia política opuesta, señaló a Rajoy el camino a seguir, para convertir en mayoría electoral a «los millones de españoles que se sienten extraños en su propio país, colocados fuera de la normalidad que ven en todos los demás países cercanos». Lo que a algunos dirigentes populares les preocupa no es que Aznar exponga sus propias ideas desde la tribuna que él mismo había retocado, ampliado y preparado para su retiro político sino que, desde allí, imponga la ortodoxia, en ideología y estrategia, que el PP debería considerar de obligado acatamiento/cumplimiento. Defendía desde Cataluña el ex ministro Piqué la conveniencia de que su partido no se exprese únicamente en las voces de Zaplana y Acebes, por los que mostraba gran afecto. Ocurre, sin embargo, que tanto Acebes como Zaplana vendrían a representar en las altas esferas del PP los criterios de Aznar, bien por la oportuna transmisión de los mismos, bien porque una afinidad personal, intelectual y espiritual entre los personajes favorecería la adivinación. Hay dirigentes populares a los que la actual situación de su partido les inquieta notablemente. Rajoy deseaba y seguirá deseando dedicar el verano a la reflexión colectiva, en la que habría de dedicarse obviamente la atención debida a los errores cometidos y al diseño de una estrategia política más distanciada de algunos enardecimientos corporativos o asociativos que no despiertan gran aceptación en los sondeos. Sería bueno, así, que José María Aznar siguiera diciendo que Rodríguez Zapatero quiere aplastar al PP, que en vez de ampliar derechos ciudadanos intenta deteriorar instituciones y que aliarse con el populismo del otro lado del Atlántico ya es «bastante equivocado» como para, además, importarlo a España. Pero todo esto, dejando a Mariano Rajoy que siga su propio camino, sin marcárselo desde FAES o a través de terceros. Porque José María Aznar perdió las elecciones en la que no aparecía su rostro, sino el de Mariano Rajoy, pero Rajoy no es directamente responsable de esa derrota, porque la orquestación popular no era la suya. Después de Galicia, convendría al Partido Popular que se aclarase si en el partido va a mandar realmente Rajoy o la inercia representada por la influencia dominante de Aznar.

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