El olvido de Tres Mitras

NO VOY a decir que no dé un paso sin que alguien me comente algo que puede arreglarse, pero lo cierto es que muchas veces me encuentro con personas que me ven como una tabla de salvación y me cuentan lo que les preocupa y esperan que se solucione, como si yo tuviera una varita mágica para acabar con su problema por el simple hecho de publicarlo. Hace muchos años escribí sobre la calle Tres Mitras, porque llegó a ser un foco de delincuencia y sus vecinos no se atrevían casi ni a asomarse a la ventana. Ahora me llaman y me escriben para decir que hay «un olor insoportable a porquería de gato y orín, de más de 40 gatos que viven en el solar» que hay en la esquina de esta calle con Federico Echevarría. Lo cierto es que he tardado más de un mes en poder pasar por allí y ver cómo está, pero parece mentira que, en pleno centro de la ciudad y en el siglo XXI, exista una calle en esas condiciones, cuando precisamente el solar que nos ocupa sería la solución para abrir una auténtica calle que uniera Federico Echevarría y Álvaro López Núñez y no la actual, que no es sino una callejuela de pomposo nombre. Sus vecinos, además de miedo «ninguno nos atrevemos a denunciar por temor», se sienten olvidados por las autoridades «a ver si el Ayuntamiento se entera de que existe esta calle». En ella vivió Miguel Delgado, aquel buen funcionario municipal cuyo nombre se puso a la Ronda Poética de las fiestas, pero del que ya no se acuerdan y de su calle tampoco, mientras sus vecinos siguen esperando, como el arpa de Bécquer.