Diario de León

EL BALCÓN DEL PUEBLO

La hartura del Estatut

Publicado por
JUAN F. PÉREZ CHENCHO
León

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AYER se reunió en su sede de la calle Ferraz el Comité Federal del Partido Socialista. Es el máximo órgano entre congresos. El que acuña la estrategia y doctrina para los próximos tiempos. Sus acuerdos, dado que se trata de un partido piramidal, son de obligado cumplimiento para las escalas inferiores, esto es: para los comités regionales y provinciales, que deberán celebrarse en breve. Bien, pues hasta ahora, el máximo sanedrín socialista, desde que José Luis Rodríguez Zapatero accedió a la secretaría general primero y después a la presidencia del Gobierno, fue siempre como una sesión de quietudes. Nunca había disfrutado de tanta unanimidad, ni siquiera en tiempos de «don dios», o sea, de Felipe González. Pero en este máximo órgano socialista, acostumbrado al debate orgánico como en ningún otro partido político, la sesión de ayer retomó la intensa plenitud de mirar hasta los forros del traje. Es obvio: yo no estuve en la sesión del Comité Federal. Pero sí tengo anillado todo lo que pasó. O casi todo. Tampoco estuve en Baracaldo y los teletipos vomitan la información de que miles de personas acudieron a la cita prohibida convocada por Batasuna. El Comité Federal socialista repasó los indudables éxitos del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Sobre todo, los alcanzados en política social. Pero también sus miembros escenificaron las divergencias internas. Unas divergencias inexistentes en los últimos años, ni siquiera cuando Simancas fue descabalgado de la presidencia de Madrid por la traición de dos tránsfugas socialistas, y que, sin embargo, han aflorado con motivo de la negociación del Estatut de Cataluña. Es la cruz del Gobierno, del partido y del propio Rodríguez Zapatero. El Estatut se ha convertido, como se sabe, gracias a la frivolidad y deslealtad de Pasqual Maragall y de Carod-Rovira, en el mayor escollo político que tiene el Gobierno desde hace meses. Ningún otro tema lo ha erosionado más. Al Gobierno y a su presidente. El resultado lo plasman las valoraciones del CIS y los barómetros privados. Es como abrir cada mañana el ventanal de Ferraz y tirar miles de votos a la calle. Pero además de un problema del Gobierno es, sobre todo, un motivo de hartura para los ciudadanos. No nos merecemos este machaqueo constante y sin argumentos al que nos tienen sometidos. Si alguien lanzara un manifiesto, no en latín o en castellano antiguo como redactaba los bandos el ex-corregidor de Madrid, Tierno Galván; si alguien, digo, lo planteara con esta rotundidad: Estamos hartos de los nacionalismos vascos y catalanes, de la extrema derecha que añora la guerra civil, de los obispos metidos en política y de la televisión basura, sería firmado por la inmensa mayoría de los españoles. Sin ningún género de dudas. Y es que tenemos por delante algunos problemas y muchas oportunidades que se ven constantemente enredados y ensombrecidos por esos cinco elementos que acabo de citar. Aquí hay mucha gente dedicada a crear problemas y muy poca a dar soluciones. Y, mientas tanto, los ciudadanos asisten atónitos -trabajando día a día, eso sí- a un espectáculo que no se merecen y que, sin embargo, pagan.

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