Diario de León

SIETE DÍAS

En busca del centro perdido

Publicado por
FERNANDO ALLER
León

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EL PARTIDO POPULAR ha escenificado este fin de semana en Madrid una apuesta de futuro, con la pretensión de ampliar la respuesta electoral que le dan las últimas encuestas. Se ha enfatizado estos días en que la convención marca «la auténtica era Rajoy», reconociendo así que el líder de los populares ha vivido esta transición atrapado por la herencia ideológica del Aznar de su última etapa, encarnada de forma más diáfana por el tanden Acebes-Zaplana. La nutrida delegación leonesa, conformada por medio centenar de compromisarios, ha salido eufórica y con el ánimo de llevar la buena nueva por todos los rincones de la provincia. El tiempo dirá si este nuevo ánimo se verá empujado o defraudado por los hechos. Algunos de los asistentes al Congreso no las tenían todas consigo y sospechan que no pasará mucho tiempo sin que Acebes vuelva a las andadas y él solito, con la inestimable colaboración de Zaplana, chafe las buenas intenciones de Rajoy. Alimento espiritual tampoco ha de faltarle si atendemos al discurso de José María Aznar. Porque de lo que no cabe la menor duda es de que por el camino recorrido hasta ahora, el PSOE volverá a ganar las elecciones. El pasado viernes publicaba este periódico un análisis en el que se subrayaba una constante en todas las encuestas realizadas: el desplazamiento progresivo del PP hacia la derecha, abandonando la posición de centro. En un baremo que toma el cinco como centro político y el diez como derecha ultramontana, (el uno correspondería a la izquierda más radical) la mayoría de los ciudadanos sitúan al PP en el 7,7%. Este desplazamiento se suma a otro dato igualmente sintomático: el «rechazo» que el partido suscita entre los ciudadanos. Un 48,4% de los encuestados por el CIS se muestran distantes o muy distantes de los postulados del PP, mientras que el rechazo hacia el PSOE alcanza el 29,1% Estos datos resultan preocupantes para el PP y llenan de gozo al PSOE. De hecho, entre los socialistas el temor más acusado que se detecta en las conversaciones es que «la filosofía y el talante de Ruiz Gallardón» pueda liderar la nueva etapa del PP, en busca del centro perdido. En la inauguración de la Convención Nacional de PP, Ruiz-Gallardón aseguró que lo que están pidiendo los ciudadanos, «como un auténtico clamor», es que se devuelva «al país a un rumbo sensato desde la moderación y el sentido conciliador del centro». Su advertencia tiene una notable carga de profundidad: Subrayó que el PP debe ser «combativo» en «aquello que combatimos», pero «no podemos -dijo- dejar que actitudes dogmáticas nos lleven a nosotros al dogmatismo». Sin embargo, a tenor del entusiasmo con el que la asamblea recibía a los duros, no parece que ese viaje al centro resulte ni rápido ni fácil. José María Aznar representó la otra opción y a tenor de los aplausos de los 3000 asistentes al congreso, resulta evidente pensar que a Rajoy no le resultará fácil el camino al centro que se dispone a emprender. Fernando Onega ya lo advertía ayer de forma magistral en estas mismas páginas: Aznar le sitúa el partido a Rajoy en otra dimensión, la de ser dique de la marea de reformas del Estado que el Gobierno ha metido en el telar (...) Si (Rajoy) cree que Aznar tiene razón en su análisis, debe disponerse a ser el salvador de la nación. Duro destino». Entre tanto, el Gobierno continúa en sus trece de llevar a cabo las reformas que había prometido. La Ley de igualdad de la mujer ha sido el último aldabonazo. El guión ya estaba escrito y el proyecto de ley aprobado el pasado viernes por el Consejo de Ministros recoge numerosas medidas laborales, poli tic as y sociales con el fin de evitar la discriminación. Reconoce el derecho a la conciliación de la vida personal y laboral, el fomento de una mayor corresponsabilidad entre hombres y mujeres en las obligaciones familiares, etc. Hasta ahí, nada que pueda resultar sorprendente, aunque no por ello menos importante. Lo que sí ha suscitado sorpresa es que desde el Gobierno se pueda imponer a los partidos políticos la forma de confeccionar las listas electorales y a las empresas, el sexo de los miembros de su consejo de administración. En el caso de las candidaturas electorales, parece lógico pensar que el refrendo o rechazo ya lo dan los electores con su voto. Cada partido sabrá a lo que se arriesga si no mantiene la paridad que ahora no sólo se predica sino que, además, se impone. Como bien decía la vicepresidenta, en este asunto la norma que trata de imponer el Gobierno «va mucho más de las exigencias de la UE, no sólo es un paso más». En el caso de los consejos de administración, simplemente la medida resulta de un intrusismo alarmante. Al menos mientras se defienda la iniciativa privada como columna vertebral del sistema económico. Más cerca, también la UPL se dispone a afrontar el nuevo congreso, el primero con la ausencia de su fundador, Rodríguez de Francisco, quien el mismo día, 23 de abril, celebrará asamblea constituyente de la réplica, el Partido Autonomista Leonés-Unión Leonesista (PAL-UL). En la UPL existen ya algunos movimientos críticos, aunque de momento nada serio que pueda hacer peligrar la continuidad de Otero, Rubinat o Chamorro. Sin embargo, se oye ruido relacionado con la financiación del partido. Al parecer, existe un sector que defiende una propuesta en la línea de Izquierda Unida. Se aboga porque el dinero que cobran los cargos públicos de las instituciones (diputados, concejales y procuradores) sea entregado al partido y que éste les pague en función de criterios de dedicación, necesidad y eficacia. Hasta ahora, los cargos públicos entregan a las arcas del partido el diezmo, la décima parte del sueldo. Sin embargo, desde hace meses no se abonan estas cuotas y, naturalmente, las cuentas no le cuadran al responsable de las finanzas. Ya se verá que sale de todo esto. De momento también existen modificaciones que afectan al control de los asistentes al congreso. Tradicionalmente la UPL ha imitado la fórmula del concejo, asamblea pública en la que no se controla la asistencia. Se suponía que todos los que acudían al congreso eran militantes y al corriente en el pago de las cuotas. Al fin y al cabo tampoco importaba mucho, porque todos los asuntos se aprobaban por aclamación. Ahora se prevé un sistema de representación que no excluye a nadie que quiera asistir, pero que, sin embargo, obliga a pasar por el trámite de la acreditación previa. Ya era hora, habrá dicho más de uno al leer la noticia. Resulta que por fin nuestros políticos se han dado cuenta de que el idioma, cuando lo hablan cientos de millones de personas, puede ser una potente industria, un recurso económico de gran importancia. Pues bien, no hace mucho se ha constituido la Comisión de Castilla y León para la Coordinación del Plan del Español para Extranjeros. Su objetivo, que todas aquellas personas que quieran aprender el español lo hagan en nuestro territorio, de la misma forma que aquellos chinos, japoneses o británicos que deseen aprender catalán, habrán de estudiarlo en Cataluña, sin duda el lugar donde mejor se habla este idioma en el mundo. Naturalmente, lo mismo ocurre con el vasco o con el gallego, con puntos geográficos exclusivos para el óptimo aprendizaje. Es decir, que la apuesta que ahora se hace resulta tan obvia, que lo realmente resulta extraño es que no haya existido hasta este momento.

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