Diario de León
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FEDERICO ABASCAL
León

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LA REMODELACIÓN del Gobierno catalán ha producido una resaca parecida a la de una noche de botellón y garrafa, y no porque el president Maragall haya tenido que mostrar sus debilidades institucionales sino porque se ha visto forzado a aceptar, como sustituto del consejero de Gobernación, en estado de supervivencia, a otro dirigente de ERC, encargado entre otros menesteres de pasar la gorra ante los funcionarios republicanos de la Generalitat para la financiación del partido. Y en las cartas petitorias figuraban algunos argumentos intimidantes, lo que a la fiscalía correspondiente le ha inspirado la apertura de una investigación. Por ni no fuera bastante, que tal vez no lo sea, la informática envió esas cartas a funcionarios o contratados que nada tenían que ver con ERC. No es bueno que los políticos se nieguen a purificar sus fallos, sobre todo si son de índole moral, por el sobrecogedor principio de que el reconocimiento de un error acarrea responsabilidad política, y si el error consiste en una gran falacia sostenida, la responsabilidad aceptada sería demoledora, por lo que nada se acepta, ni siquiera con el atenuante de inadvertencia o ignorancia. Ayer prometieron sus cargos los seis nuevos consejeros de la Generalitat, y el más controvertido de ellos, Xavier Vendrell, aseguró poco después que no descarta querellarse contra quienes le han acusado de extorsión. Vendrell declaraba este viernes su absoluta tranquilidad, en referencia a lo que ha hecho, es decir, a las cartas petitorias, y aseguraba que es absolutamente agotador leer cada en los medios esas declaraciones políticas acusatorias. También algunos ministros han debido sentir absoluto agotamiento ante críticas de evidencia contrastada, pero rechazadas desde una inocencia insostenible, aunque finalmente sostenida porque en este país, como dicen los más pícaros, el que resiste, gana. También Marbella da otro ejemplo de designación en apariencia inadecuada, como la de un miembro de la gestora que se ocupará de gobernar el ayuntamiento hasta las elecciones municipales del año próximo. Se trata del abogado Salvador Guerrero, en cuyo bufete profesional se defiende a dos concejales judicialmente implicados en la escandalera marbellí. Sustituir a equipos municipales marginados por la Justicia y, al mismo tiempo, defenderlos no parece que sea la imagen de moralidad cristalina que Marbella necesitaba. Dicho sea esto sin la menor sospecha sobre la honestidad de este abogado. Convendría abrir un gran debate sobre calidad democrática, y analizar si la democracia española está perdiendo tanta calidad como a algunos nos parece. 1397124194

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