Esperpentos

ESTÁ DECIDIDO. Ayer llegué a la conclusión de que tengo que releer con urgencia Luces de Bohemia para que el genial Valle Inclán, que hoy sería sin duda un asiduo del Musac, me vuelva a mostrar el Esperpento para confirmar que fue eso lo que vi. El día comenzó con otra foto de la Renault Kangoo que se compró Pedrojota , de la que ya se nos había informado de que tenía gato, una lata de aceite y hasta triángulos de avería, pero resulta que también había una tarjeta de visita del Grupo Mondragón, aunque otro periódico lo corrigió en portada y matizó que no, que lo que había era una cinta de la Orquesta Mondragón. Cuando aún no había digerido el alcance del equipamiento de la furgoneta para la estabilidad del país, otra noticia me dejó sin respiración: el concierto de los Rolling Stones pagado por la Junta de Castilla y León este verano en Valladolid corría peligro porque el guitarrista del grupo, el mítico Keith Richards, de 62 años, se había caído de un cocotero de cinco metros durante unas vacaciones en las Islas Fiji; lo que no se explicaba es qué hacía subido a un árbol. Pues eso, la imagen de los héroes clásicos reflejados en los espejos cóncavos y convexos del callejón del Gato, que dijo Max Estrella. Ya por la noche, dispuesto a cenar con unos amigos, aparqué frente a un compra-venta de coches y no di crédito al ver en el escaparate mi viejo GTI, mi compañero durante doce años de reportero itinerante por la provincia, con un gran cartel que anunciaba: «¡POCOS KILÓMETROS!» Pues 263.000 para ser exactos.