Ahora, la (estéril) batalla política

TAL COMO sospechábamos ayer, la tormenta política ha estallado a cuenta de la sentencia del «caso Bono». Y tal como suponíamos, el PP no se conforma con la cabeza del delegado del gobierno en Madrid, y ha tardado menos de 24 horas en dar el salto al escalón siguiente: ya ha pedido la dimisión de José Antonio Alonso. El paso siguiente es pedirle explicaciones a Zapatero. La sentencia da argumentos para que la nueva bronca acompañe a todos los demás cirios políticos que este país tiene organizados. Algún voto puede caer. Transcurrido el tiempo mínimo para elaborar una tesis, se pueden obtener algunas conclusiones, al margen de las expresadas ayer. La primera, que hubo, por lo menos, un abuso de los tres policías condenados. En su descargo se puede argumentar que muchos otros agentes practican detenciones que después se demuestran equivocadas, y casi nunca son objeto de condena judicial. Si en este caso lo fueron, ha sido por la gravedad del hecho, pero también porque hubo un juicio paralelo en los medios y en la opinión pública, y porque se supuso que las detenciones tenían carácter político y formaban parte de un episodio político. Segunda: una lectura más reposada del texto desmiente que se puedan exigir responsabilidades superiores. Así (página 39), el tribunal confiesa que «no tiene elementos para entender que la conducta de los acusados (¿) fuese sugerida por instancias superiores a ellos». Pero sí tiene «la leve sospecha» (expresión textual) de que el anuncio que hizo el delegado de «prontas detenciones» han influido en su proceder. Por esta razón supongo que dimitió Constantino Méndez. Pero el conjunto de la exposición da argumentos al gobierno y a José Antonio Alonso para no asumir ninguna responsabilidad. En eso debiera terminar la polémica, pero no nos hagamos ilusiones: la ocasión es demasiado tentadora para soltar la presa. Para este cronista, el episodio merece un pronóstico, un comentario, una duda y una sospecha. Pronóstico: de esta gresca surgirá mucho discurso, pero ninguna cabeza más. Comentario: lamento que se trunquen tres carreras profesionales; pero, a la espera de lo que diga el Supremo, alegra comprobar que no hay impunidad policial. Quienes, por razón de edad, hemos vivido o visto tanto abuso, podemos dar por liquidadas esas experiencias históricas. Duda: si los arrestados no fueran miembros de un partido, sino sospechosos de delito común, ¿habría la misma condena? Y la sospecha, algo que venimos anotando: cada vez que las tesis de los dos grandes partidos se enfrentan en los juzgados, siempre pierde el PSOE y gana el PP. O uno es muy malo y el otro muy bueno, o los jueces también tienen y aplican su forma (política) de pensar.