Estados Unidos necesita amigos

ESTADOS Unidos es el único país del mundo que puede prescindir de tener amigos. Lo dijo el presidente Roosevelt, vigesimosexto presidente de EE.UU. (1901-1909), en frase célebre: «Estados Unidos no tiene en el mundo, y no necesita tener, más que un amigo: Estados Unidos». Es lo mismo que dijo, sin palabras, el presidente Bush cuando desatendió en la ONU el consejo de todos los demás países y se lanzó a invadir Irak con argumentos que no se tenían en pie (el país de Sadam Huseín no tenía armas de destrucción masiva ni apoyaba a Al Qaida). Entre Roosevelt y Bush media un siglo, y en este tiempo las cosas han cambiado, aunque el actual inquilino de la Casa Blanca no parezca darse por enterado. Militarmente, sigue siendo cierto que Estados Unidos carece de contendientes a su altura y no necesita tener amigos (y esto será cierto durante un tiempo, aunque una simple ojeada a los verdaderos presupuestos militares chinos y rusos ya ha despertado la alerta). Pero en todos los demás ámbitos, Estados Unidos, líder de un mundo globalizado, necesita cada vez más de los otros, de los que debe tener por amigos. El aislamiento internacional con el que soñaba Bush antes del 11-S tampoco era posible. EE. UU. ya no se puede desinventar y, por lo tanto, no tiene otro remedio que ser lo que es -una superpotencia- en un mundo donde todas sus partes se interrelacionan intensamente. En una situación como la actual, está claro que Estados Unidos ya necesita amigos, y sus mejores cabezas trabajan en la creación de esa red de afinidades e intereses que debe sustanciar las amistades, más allá de la retórica. Incluso militarmente, Estados Unidos -«que puede librar y ganar dos guerras al mismo tiempo», según el denostado jefe del Pentágono, Donald Rumsfeld- está sufriendo en Irak su enorme soledad internacional. Nadie duda ya de que habrá un antes y un después de este disparate. Y seguro que Estados Unidos no acometerá otra invasión en muchos años. Sólo podría hacerlo Bush atacando Irán para intentar ocultar el desastre de Irak. Nadie más que él. Porque para EE.UU. ha llegado la hora de hacer amigos