AL TRASLUZ
Universalismo
CUANDO Herrera argumentó recientemente que se sentía tanto castellano como leonés algunos cuestionaron la sinceridad de sus palabras. Yo no lo hice, un cargo como el suyo obliga a viajar mucho por esta nuestra Comunidad, que diría Juan Cuesta, y nada hay que expanda más los sentimientos de pertenencia que no quedarse quieto en tu rincón. En esto de las patrias chicas y las grandes no todo son emociones primarias, también actúa la voluntad de ser. Florencia es una patria universal, la escoges y te escoge. Herrera se siente también leonés, como quien esto escribe se siente igualmente castellano, sobre todo si implica aceptar que hago mía la solidaridad de Delibes con los santos inocentes, o la belleza del canto gregoriano. ¿Acaso la Catedral de León es sólo nuestra? La reforma del Estatuto es una ocasión para mejorar todos juntos, pero no nos engañemos, ni vayamos a sacarnos nacionalismos de la manga. Lo que somos los leoneses y los castellanos es, digámoslo ya, españoles del mundo. Si miro en mi interior no veo un botillo, tampoco morcilla de Burgos, sino la concepción sobria de la existencia de la que esta bella Comunidad me ha impregnado. León no es Castilla, vale. Un esquimal no es un beduino del desierto, pero los dos son personas. La gran arquitectura de lo humano apoya sus pilares en lo que iguala, no en las diferencias circunstanciales. De mi tierra, de mis tierras, pero muy especialmente de populares, socialistas y leonesistas espero que el futuro Estatuto sea un reconocimiento de la existencia de dos realidades históricas, pero sobre todo un gran mensaje de universalismo. La Historia que se la inventen los de siempre.