Una versión muy suavizada

El Gobierno ha aprobado una versión muy suavizada de la ley de la Memoria Histórica que el PSOE de Rodríguez Zapatero había anunciado en su programa electoral. Y como era de esperar, las dos fuerzas radicales de izquierdas que están en el Parlamento, ERC e IU, involucradas en el designio, han acogido mal el moderantismo del Ejecutivo en este asunto, pero el magma central de los electores habrá sentido sin duda un gran alivio al comprobar que el buen sentido ha impedido una recreación impertinente de antiguas querellas como el argumento de que alguna de ellas pudo no cerrarse del todo a su debido tiempo. Es tan inteligible el impulso que movió a Zapatero y a su generación a efectuar aquella propuesta como el freno intelectual que ahora la ha dejado reducida a puro testimonialismo, a una sugerencia de quitar de la vista los postreros símbolos de la escisión y a una restauración posibilista de los últimos derechos agraviados pendientes. De cualquier modo, si las retractaciones tienen por objeto evitar inútiles rencillas, no serían en modo alguno vergonzantes.