Diario de León

LA TORRE VIGÍA

A toque de campana

Publicado por
XOSÉ LUIS BARREIRO RIVAS
León

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EN UN PAÍS ATESTADO de sensores de última generación, capaces de detectar a un campesino que fuma un pitillo mientras descansa la azada, los vecinos de Samieira tuvieron que recurrir a las campanas de la iglesia para salvar sus casas. Sucedió el martes por la tarde, mientras yo me afanaba en limpiar -¡tarea imposible!- la carretera de mi casa. Y tuve la sensación de que, cuando el peligro arrecia, sólo resuelve batallas la fiel infantería, y de que, en la España laica y superchachi que vino a visitar Rodríguez Zapatero, sólo mantienen el tipo la parroquia y la campana. En toda Pontevedra se tiene la convicción de que sobra espectacularidad en el aparato aéreo mientras faltan motobombas para defender las casas. Que hay exceso de declaraciones grandilocuentes, que hablan de guerra y terrorismo, mientras faltan instructores que sepan hacer contrafuegos, acotar zonas perdidas y escoger los lugares en los que el denodado esfuerzo de los vecinos puede tener eficacia. Y nadie se explica por qué, mientras se barajan planes contra la especulación y el feísmo, o para limpiar de maleza toda Galicia, no se ejercita la autoridad que puede evitar que nuestras carreteras se conviertan en túneles de vegetación que, en vez de funcionar como cortafuegos, sirven de mecha entre dos incendios. Siguiendo su lamentable tradición, también esta vez reapareció Fraga para recordar que con él no pasaban estas cosas. Y nadie se atrevió a recordarle que lo que ahora está fallando -¡Nunca Máis!- no es la gestión del bipartito, sino la irreflexiva carrera propagandística emprendida por el Partido Popular en el año 1989, que trajo como consecuencia la creación de una extensa economía del fuego -esa que hace fabulosos negocios con el humo-, y que planteó un pulso insostenible entre los servicios contraincendios y un bosque cada vez más extenso y caótico, que acumula leña en los años húmedos para quemarla en los secos. Pero mis denuncias no pueden suplir la declaración de fracaso que el bipartito se negó a hacer el año pasado, cuando la estadística le apoyaba y los descartes eran creíbles. Y tampoco tengo argumentos para defender a Suárez Canal del castigo que está sufriendo por haberse subrogado del modelo diseñado por Romay, cuando los indicios de catástrofe ya se hacían evidentes. Las magníficas declaraciones hechas por Anxo Quintana, en las que realizó una autocrítica clarividente y audaz, son por ahora una luz aislada en el océano de tópicos e ignorancia que nos asola. Pero no habrá mal que por bien no venga si esta catástrofe sirve para abrir un serio debate sobre el problema, y, lejos de rezarle a san Código Penal, como es costumbre, empezamos a gobernar con eficiencia la riqueza forestal.

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