China está cerca (2)

AHORA TOCA HABLAR de desarrollo. China es muy grande y diversa, pero hoy por hoy la zona de negocios se sitúa en la costa oriental. El centro y sobre todo el oeste son lejanos y de difícil acceso. Los chinos orientales sienten bastante indiferencia por lo que ocurre en esas latitudes remotas. Pero se ve crecer el país y eso no es solo una metáfora. Cuando la autoridad decide demoler un barrio entero -yo lo vi en Pekín- de un día para otro las excavadoras han hecho su trabajo. Inmediatamente se hace un muro que delimita cada inmueble, con un barracón de alojamiento para los albañiles y demás operarios. Viven allí y trabajan las 24 horas del día en tres turnos. Son gente muy disciplinada, sobria, se les ve trabajar con temperaturas muy bajas y pobremente vestidos. Pero los edificios crecen de tal manera que uno puede darse cuenta en el espacio de pocos días. La arquitectura actual es ultramoderna: en Shanghai los edificios dejan atrás en audacia a los de la misma Nueva York. Y en Pekín saben conjugar el estilo tradicional con el ultramoderno, con el resultado de inmuebles de gran belleza. Cada día queda menos construcción soviética de los años 60: edificios baratos de líneas rectas. Por supuesto que muchísima gente vive en pisos que no están en los edificios despampanantes, pero... lo mismo nos ocurre en Occidente, así que la situación es análoga. Es muy gratificante zambullirse en los barrios que llamaremos tradicionales, donde se vive como aquí, pero con mucha más gente y mucho más en la calle. Las tiendas, pequeños negocios familiares, abren de sol a sol y muchos de sus dueños viven en el mismo local. Cuando las ventas se acaban, se echan los cierres, se sacan unas colchonetas y a dormir. Mucha gente ni cocina, porque en cada calle hay quien proporciona arroz con pescado o carne por muy poco dinero. Y se bebe té, sobre todo té verde, dicen que previene el cáncer, la obesidad y otras dolencias. Todas las grandes firmas de automóviles, de ropa y aún de joyas que existen en Europa o en Estados Unidos se pueden encontrar en China. Pero al precio europeo o americano, lo cual es mucho porque la gente normal gana bastante menos que en Europa. Pero para quienes tienen su propio negocio y ascienden, tener un bolso, un reloj o un automóvil de cierta marca es un signo necesario de prosperidad, para que la gente lo sepa. Aunque los ricos sean pocos en relación a los que no lo son, la verdad es que hay muchos ricos en la costa este. Si hace treinta años había muchas bicicletas, hoy las sigue habiendo pero los automóviles ya se han adueñado de las calles. Eso hace que China necesite mucho petróleo, una de las razones para que su precio suba. Con un parque automovilístico de veinte millones de vehículos, con los todo-terrenos de gasolina convertidos también en signo de opulencia y aumentando la cifra cada año, China comprará todo el petróleo que haya. De momento importan poco la polución y el medio ambiente: lo que importa es ganar dinero. Y eso lleva al reforzamiento del individuo frente a la sociedad y el Estado: los cambios vendrán por ahí, pero serán a la usanza china. Difíciles de comprender, por tanto, para los occidentales.