El PP busca unas Azores a ZP

LOS INCENDIOS de agosto en Galicia no han logrado apagar totalmente el recuerdo del Prestige , o los efectos políticos de aquel desastre que afectó muy negativamente a la costa atlántico/cantábrica de España, y el ahora cuestionado por el PP envío al Sur del Líbano de tropas españolas de interposición entre Hezbolá e Israel tampoco parece asunto que vaya a convertir en sepia el blanco y negro de aquella foto fija que, desde Las Azores, dio el visto bueno a la invasión de Irak. No da buen resultado en política esperar en la puerta a que pase el error del adversario, con la esperanza de que ese error desvirtúe o revoque un error propio, ya que la Historia no se repite nunca exactamente, aunque produzca tragedias parecidas, y por muy peligrosa que sea la tarea de interposición militar entre dos enemigos irreconciliables, de momento al menos, las tropas españolas que se envíen al sur del Líbano como fuerzas de las Naciones Unidas, a partir de la autorización del Congreso el próximo día 7, no liberarían de responsabilidades varias a quienes patrocinaron la guerra contra el tirano Sadam Hussein. No deja de insistir el PSOE en que la autonomía de Rajoy en el PP se ve muy reducida por la influencia de las opiniones de Aznar. Y bien es cierto que Faes lleva unas semanas ahondando en la evidencia del peligro que la tarea de interposición entre Israel y Hezbolá entraña, por lo que debieran extremarse las aclaraciones previas sobre cómo van a actuar las fuerzas desplegadas, cuales serán sus límites de respuesta a provocaciones o ataques, o si no va a fijárseles límite alguno, lo que les convertiría, además de en tropas de apaciguamiento, en un tercer ejército en discordia, aunque en lucha únicamente en defensa del alto el fuego, para lo que deberían disparar contra quien pretendiera violarlo. Es muy arriesgada la misión que van a realizar los seis mil soldados europeos que se destinen al Líbano, y las bajas que ha sufrido la Finul en veinte años lo atestiguan, pero negarse a colaborar en la separación de dos adversarios de Oriente Próximo, cuando le corresponde a Europa, menos Reino Unido por razones obvias (su implicación en Irak), plantar sus soldados en la franja del alto el fuego sería una actitud que podría calificarse de desidia moral, por lo que ningún partido conservador de los países más fuertes de la UE va a oponerse al envió de fuerzas al Líbano, aunque no sean las suyas. Acabará ciertamente votando a favor el PP en el pleno parlamentario del día 7, y sus esfuerzos por equiparar la invasión de Irak y la interposición en el Líbano bien merecen cierta indulgencia, por lo mucho que la foto de Las Azores sigue atosigando en los despachos de Génova 13. Sobre todo porque Chirac, Zapatero, Merkel y Berlusconi no piensan desatar una guerra sino defender una precaria, inestable, debilísima situación de paz.