Diario de León

EL OJO PÚBLICO

Extremas derechas

Publicado por
ROBERTO BLANCO VALDÉS
León

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A RODRÍGUEZ ZAPATERO no le gusta el tipo de oposición que hace el Partido Popular. Es esa una de las cosas en que estamos de acuerdo con el presidente del Gobierno incluso quienes, a estas alturas, tenemos ya con él pocas coincidencias. Fíjense como va ese asunto, que yo me atrevería a aventurar que ni al mismo Rajoy le gusta en realidad la clase de oposición que hace su partido, pero que metido de hoz y coz en el imparable torbellino impulsado por los Ángel Acebes y Eduardo Zaplana no sabe, por debilidad o comodidad, cómo echarse fuera y decir ¡basta! No, al presidente no le gusta esa oposición bronca e irresponsable, universal y apocalíptica que es hoy, sin duda, el mejor seguro con que cuenta su partido para ganar las próximas elecciones generales. Hasta tal punto no le gusta a Rodríguez Zapatero esa oposición, que al presidente se le ve encantado con la gran suerte que de nuevo le sonríe al tener que lidiar con un Partido Popular que, por meterse en todo lo que suena a cirio y a follón, se ha metido incluso en la delirante teoría conspirativa de los atentados de Madrid. Por eso, porque no le gusta al presidente su brava oposición, y porque está encantado con su suerte al disfrutar de una oposición que tanto le disgusta, es por lo que el presidente ha decidido ayudarle (a su suerte, no a la oposición), proclamando oficialmente un día sí y otro también que la derecha española no es sino la extrema derecha revivida. El presidente sabe, por supuesto, que tal cosa no es verdad, pero confía en que a base de repetirlo una y otra vez acaben por creérselo todos los que dudan todavía entre votar al Partido Socialista o al Partido Popular. Lo más peligroso de esa estrategia calculada para arrinconar al adversario es que acusaciones de ese jaez, tan relevantes cuando proceden de quien las legitima ¡desde la presidencia del Gobierno!, suelen tener efectos colaterales no queridos, pero que cualquier dirigente responsable debería ser capaz de prever. Pueden, por ejemplo, confirmar a la muchachada radical en su tesis disparatada de que los del PP son los fascistas y que, por serlo, merecen que se les revienten los mítines a golpe de insultos y empujones. Eso es, de hecho, lo que acaba de suceder en Martorell, en donde entre la matonada radical que trataba de impedir por métodos propios de la extrema derecha más añeja (los gritos y los golpes) que un partido democrático se reuniera con sus afiliados y votantes había incluso un joven dirigente de las Juventudes Socialistas. Quizá convencido, el buen chaval, de estar haciendo un gran servicio a la causa democrática al impedir que la extrema derecha, esa que denuncia sin tregua su líder estatal, pueda progresar.

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