Cuartos y curas

CÁRITAS existe porque existe la Iglesia Católica, que la hizo posible y la mantuvo desde hace tantísimos años en una labor asistencial, que nadie discute, financiada en un 65 por ciento por donativos privados: 100 de los 160 millones que invierte cada año. Otro tanto puede decirse de una multitud de instituciones promovidas por la Iglesia en España. Si no existieran, el Estado tendría que acudir con recursos propios para cubrirlas o quedarían sin realizar. Se calcula, por ejemplo, que si los alumnos escolarizados en la enseñanza católica concertada pasaran al sistema público, costarían 2.000 millones de euros más. ¿Y qué sucedería con los 2,4 millones de personas atendidas cada año en centros de la Iglesia: residencias de ancianos, rehabilitación de toxicómanos, de enfermos del sida, etcétera? Me parece conveniente que la Iglesia se autofinancie. Sin duda, le resultaría más fácil si no hubieran desamortizado varias veces sus bienes. Aún así, su grado de autofinanciación es sensiblemente superior al de, por ejemplo, los partidos políticos, mucho menos respaldados económicamente por sus adeptos: el IRPF más el complemento que acaban de suprimir suponían el 14,1 por ciento del presupuesto de la Iglesia. Ojalá pudiera decirse lo mismo de los partidos. Conviene mantenerlos con dinero público, porque los necesitamos, aunque se lo gasten a veces a puñados en propagandas extrañas. Como conviene financiar las clases de religión, porque hay un 77 por ciento de padres que las piden, aunque ese porcentaje no se corresponda con los que marcan la casilla de la Iglesia en su declaración de la renta. Me apetece mucho que la Iglesia se autofinancie completamente y viva pronto sin ayudas estatales porque, pese a la colosal injusticia que eso significaría, será más libre.