Demasiada incertidumbre

TIENE RAZÓN el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, en que, con el retorno de la kale borroka y la ausencia de pasos hacia la legalización por parte de Batasuna, es muy difícil avanzar en el proceso abierto en el País Vasco. Y tal vez incluso debería añadir que, en estas condiciones, ese avance sería muy desaconsejable. La percepción pública es que, aparte del alto el fuego permanente declarado por ETA, el mundo batasuno no ha dado ni un paso serio hacia una posición de encuentro que facilite una negociación efectiva. Por el contrario, la imagen que trasciende es que, sin legalizarse, Batasuna campa a sus anchas y sus líderes sacan pecho y hacen prácticamente lo mismo que harían si su formación política fuese legal. Y esto genera incertidumbre y desconfianza en el proceso. Muchos ciudadanos empiezan a temer que la democracia pueda no estar ganando esta partida. Lo cual, de consolidarse y aumentar tal percepción, convierte la supuesta hoja de ruta en una ruta suicida. No se trata de retroceder, pero tampoco de avanzar a ciegas tragando sapos y culebras, mientras la iniciativa parece haber cambiado de manos, con Batasuna controlando su propia legalización y regulando la intensidad de la lucha callejera. No es esta la imagen que desean ver quienes quieren la normalización. No se trata de que el Gobierno espere pacientemente la generosidad o la voluntad negociadora de Batasuna. Se trata de que, sin pasos claros por parte del mundo batasuno, no puede haber avances consentidos y no consensuados. Si estamos en un parón en el proceso, el parón debe serlo también para los líderes de Batasuna, que no pueden comportarse como si ellos escribiesen las normas del proceso y se saltasen a la torera las que no les gustan del Estado de derecho. Es lógica y defendible la voluntad del Gobierno de afrontar el proceso para acabar con ETA. No es lógico ni defendible que siga el desacuerdo PSOE-PP. Las encuestas son claras: los ciudadanos quieren que se entiendan para restar incertidumbre. ¿Acaso sus líderes se han vuelto sordos o autistas? Con el terrorismo no se juega. Y lo saben. Aunque no lo parezca.