Diario de León
León

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DEL MISMO modo que hemos considerado desproporcionado que Joaquín Otero preguntara a la Consejera de Cultura por qué unos globos conmemorativos del Musac no llevaban la conjunción que diferencia Castilla de León, ahora, en un nuevo debate de más calado, reconocemos sus razones. Si bien la Junta no tiene responsabilidad directa sobre lo que se dice de nuestro  pasado en los libros de texto, sí hay un deber institucional de  manifestarse al respecto y de contribuir a que no haya anacronismos ni distorsiones. La gran manipulación llevada a cabo por los nacionalismos se ha hecho y se hace a través de la enseñanza. Ni siquiera quienes consideran ya cerrado nuestro mapa autonómico deben aceptar que se afirme o sugiera que siempre ha existido el actual espacio político administrativo, sería como hablar de los estadounidenses del siglo XIII o de los burgaleses de Atapuerca. La Historia exige rigor terminológico. Así, del mismo modo,  podemos ser favorables al diálogo con ETA, pero nunca denominarlo proceso de paz, pues no hay guerra alguna, sino terrorismo.   Lo han sabido bien los grandes manipuladores: el lenguaje es ideología. En definitiva, lo histórico admite la interpretación, pero sujeto a la verdad demostrable o razonable. Asimismo, no me imagino a Herrera dictando a las editoriales consignas contra León, más bien,  intuyo que queriendo  ser aduladoras caen en aberrantes distorsiones. Estamos ante un debate de altura. La Junta  debe abanderar la reivindicación para que nuestros libros de textos sean rigurosos, pues no sólo en Matemáticas dos y dos son cuatro. Los Beatles no dieron jamás un concierto a favor de la Reconquista; sería otro grupo, pero ellos no.

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