Diario de León

EN EL FILO

Reforma fiscal y política social

Publicado por
ANXO GUERREIRO
León

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A PESAR de haber disfrutado de un ciclo económico expansivo de gran intensidad y larga duración, España, como todos los estudios rigurosos demuestran, no ha sido capaz de superar los graves desequilibrios sociales y territoriales que la sitúan entre los países con menor cohesión social y con mayores desigualdades de riqueza y renta de la UE (15); es decir, como una de las naciones más injustas de Europa. Los datos son elocuentes. El gasto social en España representa el 20% del PIB mientras el promedio europeo es el 27%, con el agravante de que el nuestro ha venido disminuyendo desde 1993, año en el que representó el 24% de la riqueza nacional. El resultado de este proceso ha sido el agravamiento del déficit social, que se manifiesta en todas las dimensiones del aún raquítico estado del bienestar español, desde la sanidad a la educación pasando por las pensiones o los servicios de ayuda a la familia. Pues bien, ignorando las agudas necesidades sociales del país, el Gobierno aprobaba la semana pasada una reforma fiscal (IRPF e Impuesto de Sociedades) que beneficia a las rentas más altas, disminuye la progresividad fiscal, reduce el peso relativo de los impuestos directos y la renta pública en 9.000 millones de euros. Así las cosas, el Gobierno debe aclarar si para financiar su programa está dispuesto a incrementar los impuestos indirectos o recurrir al déficit público. Si no lo hace, habrá que deducir que sus compromisos políticos, especialmente los sociales, son papel mojado, o, lo que es peor, insoportable retórica electoralista. Salvo que Solbes haya descubierto y hecho suya la teoría del profesor Laffer, consistente en afirmar, contra toda evidencia, que con la reducción general de impuestos el total de la renta pública no sólo no disminuirá sino que experimentará un enorme crecimiento. O quizá el Gobierno haya caído al fin del caballo camino de Damasco y acabe dando la razón a David Stockman, ex director del Departamento de Administración y Presupuestos de EE.UU. y, con mucho, la personalidad económica más relevante del Gobierno de Ronald Reagan cuando afirmaba, con una metáfora menos que elegante: «Si uno alimenta al caballo (los ricos) con avena de sobra, algo acabará cayendo en el camino para los gorriones (los pobres)». No sé si con semejante política fiscal el Gobierno ganará apoyos en determinados sectores económicos y empresariales, pero estoy seguro de que defraudará gravemente a los votantes de izquierda, sin cuyo concurso activo Zapatero tendrá serias dificultades para retener el poder en las elecciones de 2008. En todo caso, el presidente del Gobierno no debería seguir la senda de su predecesor, cuya insensibilidad social le ha impedido aprovechar el crecimiento de nuestra economía para corregir el histórico retraso social de España. Pero para ello es necesario que formule y sostenga una política económica y fiscal coherente con los objetivos que proclama y con los intereses de la mayoría de la sociedad española.

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