Diario de León

TRIBUNA

Un puzle para la Pulchra

Publicado por
JOSÉ LUIS GAVILANES LASO
León

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NO HAY rosas sin espinas. La dialéctica de lo bueno y de lo malo, desde Caín y Abel, es consustancial con todo lo que existe y la existencia pertenece a la esfera de lo relativo. Sólo lo metafísico tiene la vitola de absoluto. ¿Por qué arranco de este modo poético y filosófico? Pues, porque cuando celebrábamos con júbilo el centenario del Diario de León, al mismo tiempo que los cien años recién cumplidos de la Asociación Leonesa de Caridad (con una extraordinaria conferencia, dicho sea de paso, del exministro Fernando Suárez en un salón de actos del Ayuntamiento semivacío), ¡pumba!, ¿no se desploma una gárgola de la pulchra leonina para aguar la fiesta? Apenas transcurridas unas semanas de aquella desgracia, vienen los laureles del Cervantes a posarse en la cabeza del Sr. Gamoneda y, ¡cataclás!, una de las efemérides del día abruma con otra gárgola rodando por el suelo. No ganamos para sustos con nuestra primera dama monumental. Semeja a la abuela idosa -como dicen los portugueses- llena de achaques: ojos con cataratas, caderas con tornillos, prótesis en los oídos y en la boca, válvula de tripa de cerdo en el corazón... Cualquier día se nos desploma, la carrozona. ¡Es que ya está muy mayor! Otras veces han sido pináculos caídos como meteoritos; o destrozos en las vidrieras por causa de desaprensivos lapidarios. Se quiere explicar la litotricia reciente por el cambio climático. Porque el mundo está cada día más enfermo de radicalidad e inmoralidad, y el clima no es excepción. Después de un verano de fuego -que ha dado lugar, según he oído hoy, a una plaga de roedores en Tierra de Campos por la zona de Sahagún- ha llegado un otoño con furia de agua hasta el ensoberbecimiento de nuestros aprendices de río Bernesga y Torío. Si los bruscos cambios meteorológicos arrancan la salud de las personas, ¡cómo no han de sacar de quicio a las piedras de sus lugares, aunque sean templos de Dios! Nuestra catedral ya ha sufrido varios sustos de muerte y complicadas operaciones quirúrgicas. Dejando a un lado la leyenda del topo, que afecta sólo a su período balbuciente; ya moza, en 1631 se le cayeron, como cabellos por la sarna, parte de las bóvedas de la nave central. Pero su primer gran susto le vino por golpes bajos, cuando el terremoto de Lisboa de 1755, el mismo que levantó fiebres de miedo al Padre Isla en Villagarcía de Campos -según confesión en carta a su hermana-, «que cuando bailan las casas no están para bailar los vecinos». Muchos edificios eclesiásticos de Castilla y León sufrieron desperfectos, aunque, por suerte, ninguna víctima, como por desgracia ocurrió en la catedral de Coria. En la catedral de León se resintieron maineles y vidrieras, abriéndose grandes grietas en la fachada sur -que hoy es la que más riesgo de desprendimiento presenta-, por lo que fue necesario cegar el triforio y desmontar el rosetón. En 1857 se previó un desenlace fatal, por ello se puso rápidamente manos a la obra un arquitecto competente, Juan Madrazo, sustituido en la tarea restauradora por Demetrio de los Ríos. Entre los dos pudieron sacar a la pulchra del estado gravísimo en que se encontraba, respetando la elegancia y magnificencia, pero añadiendo al edificio la solidez que le faltaba. El segundo gran susto lo recordarán todos aquellos que el 27 de mayo de 1966 tuviesen capacidad de discernir. Un rayo surgido de una tormenta seca provocó el fuego que arrasó toda la techumbre de las naves altas, iluminando el temor de una posible catástrofe sin precedentes. Recuerdo, como si fuera hoy, la imponente columna de humo y llamas que se originó. Cuando llegó la noche el efecto neroniano se podía apreciar a bastantes kilómetros de distancia. Y recuerdo también la llamada telefónica de un amigo de la guasa que había oído a la Pasionaria -en Radio España Independiente, también conocida por la Pirenaica- un discurso encendido sobre la revolución que comenzaba, como siempre las revoluciones en España, chamuscando iglesias y conventos. Felizmente la pulchra leonina se salvó de la quema y la revolución quedaba reducida a mera fantasía bolchevique. La sobrevivencia casi milagrosa fue motivo de regocijo expresado en cientos de telegramas venidos de todas las partes del mundo. Pero el aprecio de la pulchra no ha sido siempre unánime. Una encuesta de más de cien profesores universitarios realizada recientemente por la revista La Aventura de la Historia ha revelado que, entre los cinco monumentos artísticos más relevantes de Castilla y León, no figura la catedral de León, y sí la de Burgos. Jorge Borrow, el inglés que vino en el siglo XIX a la península a vender Biblias según el credo anglicano, dejó escrito en su The Bible of Spain , que la arquitectura de nuestro primer monumento «era un calco de la de Palencia». Juicio con el que seguro no estará de acuerdo el presidente de la Junta don Juan Vicente Herrera Campo. Aunque confío tanto en las promesas de nuestros políticos como que algún día se pesquen besugos en el Bernesga, es de justicia reconocer que el señor Herrera se ha sensibilizado tanto con las lacras y dolores de la leonina , que ha invitado a las otras entidades a colaborar en un puzle institucional, mancomunando esfuerzos en pro de la salvación del más importante templo de los leoneses. Deseo, aunque con poca fe, que la iniciativa se lleve a efecto y consiga atajar la hemorragia de piedras góticas, con más éxito que la de nuestros hijos, obligados a abandonar la tierra leonesa que les vio nacer.

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