Jubilaciones anticipadas

UNO DE los logros del «Estado de bienestar» de que tanto nos enorgullecemos los occidentales es el adelanto de la edad de jubilación. Pedro esos criterios deberían modularse extraordinariamente en los trabajos intelectuales. Así, la Universidad padeció un daño tremendo cuando en los años ochenta se impuso la jubilación obligatoria de los cuerpos docentes a los 65 años (después, con la institución de los eméritos, el daño se palió). Viene esto a cuenta de lo sorprendente que resulta la noticia de que la Generalitat y los rectores de las universidades catalanas están preparando un plan para adelantar jubilación a los sesenta años, medida que se aplicaría rápidamente a varios centenares de docentes. Una decisión contra el sentido común y contra el signo de los tiempos.