Diario de León
León

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CABE preguntarse si en política existen logros objetivos e incuestionables, si de alguien puede afirmarse en este o en aquel partido que hace algo bien o tuvo tal logro, sin que el rival salga negándolo con ferocidad. Entendámonos, la crítica es un derecho y un deber, incluso es enriquecedor que existan distintas propuestas de solución para grandes o pequeños temas, pero ¿por qué las discrepancias se teatralizan hasta lo grotesco con tal de no admitir méritos ajenos? Y cuando digo aquí, quiero decir también allá y en todas partes. Todo es relativo, esgrimen los partidarios del «al enemigo, ni agua»; pero es falso, porque no todo lo es. Muchas personas y equipos consiguen aciertos incuestionables; en un ayuntamiento o en un ministerio, en una diputación o en una consejería. Es decir, no todo está sujeto a lo discutible; al menos, sin aportar datos contundentes. Decía Savater en las páginas de Cultura este periódico : «No todas las opiniones son respetables, lo que sí son siempre respetables son las personas». Así es. Los éxitos y reputaciones son siempre relativos, esgrimen los escépticos del prestigio ajeno, no tanto del propio. Pero sobra tanto relativismo de piñón fijo. Un ejemplo con dos leoneses: Amilivia tiene evidentes éxitos objetivos en su gestión, como los tiene Rodríguez Zapatero en la suya, es decir, logros que han de reconocerse como punto de partida en cualquier análisis ecuánime de sus respectivas tareas, para no convertir el debate político en algo en donde todo pueda ser puesto en duda, salvo que hoy es viernes. A mí me sobra la mayoría de las polémicas existentes, en la política local y en la nacional, y me quedo sólo con las críticas razonables y necesarias. Porque todo es relativo... salvo lo que no lo es.

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