Diario de León

EL RETROVISOR

Del optimismo a la duda

Publicado por
GONZALO OCAMPO
León

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QUIEN sea sensible a los problemas de tráfico no puede dejar de advertir, con sólo una cierta atención a los medios de comunicación, la variabilidad de las cifras de accidentes; esa peculiaridad que consiste en el paso -tantas veces inexplicable- de la bonanza a la inseguridad plena. Sin mirar demasiado atrás, recuérdese que el sistema del permiso por puntos trajo un rotundo decrecimiento en la cifras de accidentes mortales. Es cierto que se han sucedido meses con buenos rumbos, pero en unos cuantos días de enero se desatan episodios marcados por un alto grado de violencia en sus secuencias finales, tal como corresponde al calibre de las negligencias puestas en juego, tantas veces determinantes de que los resultados finales consistan en transferir la irresponsabilidad de conductores desalmados hasta el desdichado que se cruza en su camino. Esta es la paradoja del tráfico, su aleatoriedad y su radical ceguera en la distribución de males. Parece claro que no basta con la disponibilidad sobre viales de muy aceptable calidad ni tampoco con la utilización de automóviles de altas prestaciones -seguridad, solidez, velocidad- para acabar con tanta muerte absurda e inútil, como tampoco parece bastar el rigor normativo. Y es que la seguridad no depende del azar. Tantas formas de temeridad como las que rondan alrededor del tráfico pueden evitarse con la fácil obediencia a inteligibles normas de circulación y con el ejercicio de unos cuantos principios de moral social. Ocurre que las displicencias, las frivolidades y la agresividad en el uso de vehículos, son cuestión de unos pocos, en tanto que la gran mayoría de usuarios -con la propia carga de defectos- no quiere la guerra. Por eso es fundamental la individualización del conductor antisocial, para segregarlo definitivamente del tráfico.

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