Diario de León
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León

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Permítanme algunas reflexiones sobre el eje central del discurso político del partido gobernante; esto es, a su constante alusión a la bipolarización de las creencias en «izquierdas y derechas». Cabe esperar que una sociedad cada vez más formada no caiga en la trampa de ver el fruto de su demanda canalizada en una disyuntiva, que no es nueva, y ya fue objeto de conflicto en épocas pasadas. Hoy en día, casi nadie duda sobre la función de arbitraje del Estado al amparo de los derechos fundamentales y en la regulación de los usos y costumbres sociales, en la connivencia de todas las posturas y creencias o en la función que debe ejercer en cuanto al desarrollo de las normas y pautas para que ello sea posible. Procurando anticiparse a las fricciones que pudieran producirse entre las diferentes ideologías y suministrando la cobertura necesaria en la defensa y solución de los conflictos. El vínculo que el PSOE quiere establecer, mediante su mensaje de corte aperturista o de justicia, para con las capas sociales más desfavorecidas no es sino un intento de aprehender a un electorado fiel. Los acontecimientos demuestran, cada vez con mayor frecuencia, que posiciones sobre la familia, la patria o la religión no identifican electorados. Ni tan siquiera cabría identificarlos por la pertenencia o no a determinadas franjas económicas o de poder. A este respecto cabría mencionar el aumento espectacular de los beneficios de la banca en el pasado ejercicio, en yuxtaposición con la incertidumbre causada en miles de pequeños inversores de las sociedades Afinsa y Fórum Filatélico. La actitud del observador crítico e imparcial debe tener una amplitud de miras contraria a las etiquetas, escrutando el pensamiento hasta sus más hondos vericuetos a fin de llegar a aseveraciones rigurosas y no impregnadas de ideas preconcebidas que obstaculicen el proceso cognoscitivo, buscando en sus líderes políticos el escenario sobre el que ejercer el conjunto de sus derechos. ¿Izquierdas? ¿Derechas? En nada contribuye esta constante alusión al beneficio del consenso y el diálogo. Más bien al contrario, resurge los fantasmas del pasado y evidencia la manipulación de nuestros gobernantes ante la ausencia de respuestas concretas a la demanda social. Antonio Pérez Gallego (Madrid) Miles de personas murieron asesinadas en España durante los dos últimos años, a manos de asesinos sueltos ó bandas organizadas, con móviles, bien de robo, bien de ajustes de cuentas. Cerca de centenar y medio de mujeres fueron asesinadas por sus parejas o exparejas, en el mismo período de tiempo; siendo en muchos casos asesinados también los hijos. Dos infortunados ecuatorianos murieron en el atentado de ETA del 30-D. Fueron las únicas víctimas causadas por atentados terroristas en el citado espacio temporal. Una de dos, o los franquistas sólo reconocen como importantes, a los muertos por ETA, o bien, aquí se está jugando de una manera profundamente hipócrita, con el estado emocional de los españoles, evidentemente, de cara a ventajas electorales. En este supuesto, la histeria de los franquistas por los atentados, es execrable en sí misma. Señores franquistas: a mí me dio mucha pena la muerte de los entrañables ecuatorianos, pero con toda lógica y no sólo por el número, me dio mucha más, las 150 mujeres y docenas de sus hijos, muertos por los psicópatas machistas o las familias exterminadas por ladrones brutales. La hipocresía y el cinismo siempre fueron patrimonio de la derecha reaccionaria; ya lo decía hace más de un siglo, nuestro portentoso escritor, Benito Pérez Galdós. Estoy esperando que se convoquen monstruosas manifestaciones, por las innumerables muertes de queridísimas familias españolas, cometidas por ex parejas, con la horrible paradoja de que en muchas ocasiones, estos psicópatas ya habían sido denunciados por sus víctimas y nadie hizo nada por evitar estos crímenes anunciados. Menos desvergüenza, señores franquistas. Si queremos quitarnos de encima, esta antihigiénica y molestísima paranoia con la que los franquistas nos están machacando diariamente, solamente tenemos que hacer una cosa: aplastarlos democráticamente en las próximas elecciones; si eso sucede, ya no volverán a desazonarnos, al menos en este capítulo. Javier-Fernando Hernández Sánchez (León) Rafael Álvarez (Lugar).

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