Diario de León

LA TORRE VIGÍA

Madrid comoproblema

Publicado por
XOSE LUIS BARREIRO RIVAS
León

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ADEMÁS de ser una hermosa ciudad, pletórica de historia y ubicada en lugar privilegiado, la palabra Madrid también denomina el centro de esgrima en el que se dirimen los chicos pleitos que bordean y envilecen la política española. En torno a Madrid se mueven todos los buscones, todos los intermediarios y toda la corte de aspirantes a un pelotazo profesional o económico que sólo puede crecer o desvanecerse en las alcantarillas de la capital. Y esa es la razón por la que Madrid, cada vez más importante en lo económico y con menos competencias en lo político, genera la mayor parte de las miserias éticas y estéticas que dominan el debate político que padecemos. Si usted escucha -¡qué remedio!- los informativos y tertulias de Madrid, y si lee los diarios ampulosamente bautizados como de «tirada nacional», comprobará enseguida que la política española está presa de un torbellino de memeces y disparates que giran sobre sí mismos a gran velocidad, hasta crear la sensación de que vivimos al borde de una catástrofe que, desde la sosegada vida provinciana, no se percibe por ninguna parte. ¿Qué le pasa al Tribunal Constitucional? Nada que no sea previsible en este sistema político, ni nada que no se pueda solucionar si se deja pasar el tiempo y se espera a que los jueces voten como mejor les parezca. ¿Qué pasa si cae, por inconstitucional, una parte del Estatuto catalán? Nada que no se pueda arreglar trabajando o adelantando las elecciones, y nada que constituya un problema inminente para Cataluña. ¿Qué pasa si el Estatut sale bendecido por el Tribunal Constitucional más politizado del mundo? Pues lo mismo que cuando se gana la Champions por un penalti injusto: tres semanas de lamentos y milongas y a otra cosa mariposa. ¿Y qué pasa con De Juana Chaos? Pues que una vez cometido el error de primar la alarma social sobre el Código Penal, no queda más remedio que silbar y huir hacia delante, con la esperanza de que algo hayamos aprendido de este disparate judicial y político. Con un discurso político tan obvio y ramplón como el de la vicepresidenta y sus acólitos, y sin más alternativa que el concierto para ronco y bajo continuo que interpretan Rajoy y sus mariachis, parece evidente que el único problema que tiene España es el dominio de una clase política carente de cultura y de discurso, incapaz de actuar con grandeza moral, y dispuesta a envolver toda la política en sus estúpidos juegos de salón. Por eso debemos mirar más para las autonomías, donde ya se esboza una política de Estado alternativa, y dejar que Madrid se ahogue, si quiere, en un vaso de agua. Porque, en el espacio que queda entre las seres y las copes , España va como un tren.

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