Diario de León

DESDE LA CORTE

Primer ensayo de seducción

Publicado por
FERNANDO ÓNEGA
León

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LA SIMPATÍA que siento por Arnaldo Otegi es aproximadamente la misma que la gallina siente por los zorros. Pero el domingo, cuando leí sus declaraciones en La Vanguardia , me tuve que restregar los ojos. Ese ciudadano, que alimentó de asistencia popular al terrorismo, decía cosas como ésta: «El Estado español no tiene que pagar un precio político a ETA». Era exactamente lo mismo que habían dicho todos los demócratas de este país, desde Izquierda Unida al Partido Popular. Pero la sorpresa no terminaba ahí, porque añadía: «La independencia sólo se puede construir desde vías pacíficas y democráticas». ¡Leñe!, exclamé. ¿Cuánto tiempo, cuántos años, cuántos muertos llevamos esperando para escuchar algo parecido? Ha sido tal el asombro que produjeron estas declaraciones, que resultó difícil creerlas. ¿Cómo podemos dar crédito a un ciudadano como Otegi? ¿Qué busca? ¿Cuál es su intención oculta? El PP habló de trampa. Zapatero dio la bienvenida a su cambio de tono. La mayoría de los observadores entienden que estamos ante una nueva estrategia para allanar las dificultades legales de Batasuna para presentarse a las elecciones. Y a última hora todos siguen el discurso del presidente: sólo estamos ante palabras, ahora faltan los hechos, y los hechos son que Otegi y sus compañeros tienen que condenar la violencia. Este cronista queda instalado en la confusión. Hoy, por enésima vez, es facilísimo confundir los deseos con la realidad. Los deseos son que las palabras de Otegi obedezcan a un proceso de reflexión, que sea Saulo derribado del caballo y que incluso esté autorizado por ETA para mostrar ese signo de giro espectacular. La realidad es que Otegi habló así el viernes -fecha de la entrevista-, pero el sábado él y sus gentes hicieron del centro de Bilbao un campo de batalla, y todavía falta del requisito fundamental de condenar la violencia. Mientras veamos a las huestes de Batasuna en la lucha callejera y sepamos que se cobra el impuesto revolucionario, nadie se debe hacer la menor ilusión. ¿Cómo casar todo esto para que salga una explicación razonable? A lo mejor esa explicación no existe. Pero permítanme un toque que espero que no sea de ingenuidad: Otegi ha dicho lo que ha dicho. Ni los más optimistas del lugar podían esperar unas palabras como ésas. Hay que recibirlas con toda prevención y desconfianza. Desconfianza radical. Pero, ya que se acerca al lenguaje democrático, dejémosle acercarse. Vale que el PP lo rechace como una trampa. Pero el presidente del Gobierno tiene la obligación de conseguir que se mantenga ese tono. Hoy por hoy, Batasuna quiere hacer lo que anuncia Otegi: pasar de la confrontación a la seducción. Acabamos de asistir al primer ensayo.

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