«Que no se te muera ese cabrón»

ESTÁBAMOS avisados. Lo que ocurre es que no queríamos verlo. Cuando los portavoces del gobierno nos decían que «todo se hará dentro de la ley», estaban anunciando la prisión atenuada para De Juana Chaos. Todo se ha producido de forma rápida, urgente, contra reloj. Si damos crédito a Rubalcaba, en unas horas cubrió todos los trámites legales, adoptó la decisión y ordenó el traslado. Con la misma rapidez, nada más ver la palabra «Donosti» en el rótulo de su nuevo hospital, al preso le entraron las ganas de comer y dio por terminada su huelga de hambre. Es razonable pensar que ya no morirá. El clima de alegría que hay en la izquierda abertzale es tristeza en gran parte del resto de la sociedad. Ese terrorista y su nueva situación penitenciaria provocan una nueva quiebra social. La legitimidad moral que ayer invocaba el ministro para justificar la medida es para muchos españoles una prueba de debilidad del gobierno. Nunca estuvieron tan distantes los criterios oficiales y de los ciudadanos que no entienden esa decisión. Se ha tocado la fibra más sensible. España se divide hoy entre quienes justifican la prisión atenuada, aunque sea sin argumentos, y quienes nunca perdonarán a Zapatero que haya tenido piedad con ese asesino. Anótese que digo «nunca perdonarán». Es un grado más que «nunca votarán». Así de delicada es la nueva situación. Y el gobierno lo sabe. Si lo sabe, ¿por qué dio ese paso? Dejémonos de hermosas frases sobre sentimientos humanitarios y obligaciones del Estado de salvar vidas. Dejémonos, por el otro lado, de teorías demagógicas sobre la rendición del gobierno. Aquí hubo un señor que quiso volver a casa a través de la presión de la huelga de hambre, y lo ha conseguido. La única clave de la decisión ha sido la elocuente frase que Rodríguez Ibarra dirigió al ministro del Interior: «Alfredo, que no se te muera ese cabrón». Y el gobierno ha impedido que se le muera. No hay más. Los móviles finales han sido: el miedo a las consecuencias, el temor a regalar un mártir a ETA, o la busca de condiciones para mantener el proceso de paz. Legalmente, no hay nada que oponer. El procedimiento ha sido impecable. Lo reconocen los juristas más críticos con el poder. Por ahí no se puede pillar a Rubalcaba. Incluso se puede decir que De Juana sigue siendo un preso. Yo creo, sinceramente, que el gobierno no tenía otra salida. Era más peligroso que muriese en el hospital, aunque fuese víctima de un suicidio, que toda la explotación del éxito que ahora pueda hacer. Pero, políticamente, es una ruleta rusa. Este país es como es, y se siente herido en su dignidad. Este país es como es, y mucha gente prefería a este tipo muerto antes que haciendo la V de la victoria.