Diario de León

TRIBUNA

El seminario en la cultura leonesa

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JULIO DE PRADO REYERO
León

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HOY SE CELEBRA el Día del Seminario, coincidiendo felizmente este año con un apretado y selecto conjunto de celebraciones con motivo del noveno centenario de la fundación del Seminario Conciliar de San Froilán de León. Este acontecimiento tuvo lugar exactamente el día 30 de octubre del año 1606, cumpliéndose así lo decretado por el Concilio de Trento el día 15 de julio de 1563. Este seminario tiene sus precedentes en aquellas escuelas monacales, que abundaron por las zonas rurales y sobre todo en las escuelas o colegios catedralicios que, recogiendo la tradición del pasado, urge entre nosotros el Concilio de Coyanza, en el año 1055, disponiendo que en cada diócesis exista junto a la casa episcopal un colegio para la preparación de los candidatos al sacerdocio, creándose dos siglos más tarde a instancias de los concilios III y IV de Letrán el cargo de maestro o maestrescuela en nuestra Catedral, que tenía cátedra abierta en el claustro o dependencias de su zona norte, donde se impartía enseñanza gratuita no sólo a los destinados a ser ordenados sacerdotes o estar al servicio de este templo sino a todos aquellos que deseasen aprovecharse de estas enseñanzas. También las órdenes y congregaciones religiosas prestan su ayuda en materia de enseñanza comenzando por los Benedictinos de San Claudio, siguiendo por los dominicos y franciscanos hasta llegar los jesuitas o teatinos, cuya institución del colegio de San Miguel en el actual barrio de Santa Marina aprovecha el obispo San Millán para potenciarlo en ayuda de quienes pretenden ser sacerdotes y de todos los adolescentes y jóvenes en general, que llegan a ser hasta 800 alumnos, a quienes hasta entonces han sido incapaces de escolarizar los intentos de Felipe II al pretender que las escuelas de primeras letras lleguen hasta los pueblos más remotos del reino. Establecido nuestro seminario se puede decir que es el único centro que imparte enseñanza superior en la ciudad de León, dándole gran impulso los reyes, especialmente Felipe II y V, que es quien se convierte en uno de los mejores promotores de esta iniciativa tridentina, ofreciendo en contrapartida su colaboración los obispos Risoba y Pérez Araciel, poniendo éste a su disposición la zona sur de su palacio donde campea «la torre de la ciudad» o de los Ponce, llegándose a terminar la primera ampliación del seminario en 1714 y continuando otra Zelayeta en 1726, a la que ayuda a salir adelante otro obispo, Fernández Pantoja, gran amigo del Padre Isla, de quien se asesora en ocasiones, haciéndole venir a León y que procede a hacer una gran reducción de canongías en la Catedral aplicando estos ahorros al sostenimiento del seminario, que ve como van en aumento sus vocaciones. Pero lo que pudiéramos llamar modernización del seminario es obra de un antiguo alumno y profesor y ahora obispo de León, Cayetano Antonio Cuadrillero y Mota, que aparte de su gran obra, que es el Hospicio Provincial, procede a una reforma material del edificio, comenzando por la parte de la plaza Mayor, siendo aún más importante y significativa la académica, ampliando las cátedras de Ciencias Sagradas, Filosofía, Humanidades y dando entrada a las profanas, como matemáticas o física y dada su cercanía y amistad con los reyes Carlos III y IV logra que estas medidas se pongan en práctica en muchos de los seminarios españoles. Así están las cosas aún en el año 1782, cuando se funda en León, con la presencia de Jovellanos, la Sociedad de Amigos del País, que tiene como finalidad la promoción de las artes, la enseñanza y la mejora de las industrias rurales, teniendo siempre el clero un papel preponderante. Pero en el 1780 entra en crisis y ya en el año 1907 ha cedido totalmente la antorcha en este punto a la Caja de Ahorros y Monte de Piedad. Otra gran realidad es que a mediados del siglo XIX, aunque funcionan ya escuelas públicas en la mayoría de los pueblos, lo hacen en condiciones muy precarias, a pesar de que la Diputación Provincial, en 1862, duplica su ayuda en este capítulo. En la provincia de León, fuera de los tres seminarios de León, Astorga y Valderas, apenas existen centro de cultura superior, ya que el instituto de Segunda Enseñanza es creado el 10 de octubre de 1846 y precisamente se alberga por primera vez durante varios años en el edificio del Seminario Conciliar, al que obligan a pasar los malos momentos y reducen su plantilla sucesivamente la Guerra de la Independencia, que frustra las aspiraciones y energías de un obispo ilustrado, como es Pedro Luis Blanco, animando a sus seminaristas y sacerdotes a alistarse en las filas del ejército para detener la invasión francesa, el absolutismo que llevan al destierro a dos obipos y vacían las aulas del seminario, contribuyendo a lo mismo las dos guerras carlistas. La Escuela Normal es creada en el año 1843 y se dice que arranca con «precario funcionamiento» hasta el año 1898, en que encuentra albergue definitivo, que hasta el momento le ha prestado la Iglesia Diocesana, ocurriendo otro tanto con la Escuela Superior de Veterinaria, nacida poco después. Curiosamente las dos primeras instituciones tuvieron directores y profesores que con anterioridad habían sido alumnos o profesores del seminario, como Francisco Pablo del Valle, canónigo, que fue el primer director del instituto, o Jacinto Argüello Rosado, que lo fue de la Normal. Fueron alumnos del seminario, entre otros, personajes tan significativos para la cultura leonesa, española y americana, como el Cardenal Lorenzana, a partir de los primeros años del siglo XVIII; el historiador Modesto Lafuente, a partir del año 1824; Miguel Bravo Guarida, autor de Rincones leoneses, ya a finales del siglo XIX; Patricio de Azcárate, también escritor, que dedicó sus escritos en señal de cariño a la biblioteca del seminario, gobernador y político de talante liberal; Fernando de Castro Pajares, vicerrector del seminario y profesor, krausiano y profesor de la Universidad Central; Antonio Valbuena, carlista, literato y crítico; Francisco Díez González el Chantre , moderado, diputado provincial, a Cortes y senador, deán y gobernador de la diócesis durante el destierro del obispo Abarca; Juan López Castrillón, alumno y profesor del seminario y del instituto, historiador, antropólogo y fundador del Museo Arqueológico; el doctor Canseco, famoso médico; Manuel Díez, archivero de la Catedral y famoso hebraísta; Ramiro F. Valbuena, profesor y obispo auxiliar de Compostela, asiriólogo y orientalista; Filemón de la Cuesta, director del Diario de León, así como el polifacético Antonio G. de Lama, el historiador y novelista José González y también el periodista Lamparilla, que encarnó junto con Ángel Suárez Enma las figuras de Bujía y Lamparilla, bajo la que se ocultaba don Paco Salado, autores de la Guía Cómica de León. Cerramos ahora con el abogado e historiador Justiniano Rodríguez, pues un largo etcétera no significa que olvidemos ni a muertos ni a vivos como fueron los que últimamente se iniciaron en la colaboración de España y Claraboya con una amplia nómina de curas jóvenes y seminaristas leoneses. Finalmente, creo que el seminario conciliar de San Froilán tiene el gran mérito, juntamente con otras instituciones leonesas, como su filial el seminario de San Mateo de Valderas y tantas cátedras de latinidad o preceptorías diseminadas por toda la diócesis, de impulsar y sacar a flote en el año 1979 la Universidad de León, que siempre fue una gran aspiración de todos los leoneses y a la que facilitan su acceso los distintos institutos de enseñanza media que se han ido creando sucesivamente tanto en la ciudad de León como en las distintas cabeceras de comarca de la provincia.

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