Diario de León
Publicado por
EDUARDO CHAMORRO
León

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ANTES no se veían este tipo de cosas. Es una frase típica y casi clásica, a pesar de la difícil precisión del tiempo y el lugar al que re refiere el adverbio «antes». Es un antes parecido a aquel «érase una vez» con el que empezaban las fábulas y los cuentos chinos. Y tiene mucho de cierto. Antes no se veía a tanta gente importante puesta tan a la carrera de su propio prestigio. Ahora, el que no corre, vuela. Antes, la gente importante se quedaba quieta, sosegada e inmóvil, «hierática» «y mayestática». Menudos tiempos aquellos, con todos los aprendices de Luis XIV dispuestos a demostrar que el Estado eran ellos, conscientes de que el mundo les rendiría la debida pleitesía. Hoy van como locos, corren como lebreles detrás del mundo, de sus pompas y de sus obras, y pierden el culo donde, a veces, ya perdieron la vergüenza. Así, el presidente iraní Ahmadineyad, o el presidente Bush, o el presidente venezolano-bolivariano Hugo Chávez, señor de las boliviandades. Antes habrían corrido detrás de la gloria, como siempre se dijo que corrían los héroes. Hoy sólo corren detrás del mando, como es sabido que corren los capataces. Buscan el liderazgo. Ahmadineyad corre a Arabia Saudí para consultar con el rey de los árabes qué se puede hacer en favor de un liderazgo de los musulmanes que recaiga en un persa que, por si fuera poco, es chií. Para un observador lejano y fuera del contexto, la cuestión puede parecer trivial y baladí. Pero para alguien metido hasta las cejas en la trama de la historia, la cosa puede ponerle los pelos de punta y las canillas temblando. Bush, medianamente decidido a que las tribulaciones de árabes y persas, chiíes y suníes, las arreglen ellos ha hecho las Sudaméricas para vender libertad de comercio y tantear, sobre todo, el bien que podría reportarle terminar con el bloqueo de Cuba. Hugo Chávez también quiere que los sudamericanos se pongan a sus pechos. Tiene a Bush por el diablo, pero no se sabe de nadie que tenga a Chávez por un angelito. Pugnan por el liderazgo y a los dos les gusta estar o ponerse de petróleo hasta las cejas. Todo un espectáculo.

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