Diario de León
Publicado por
ANTONIO NÚÑEZ
León

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HA GANADO las elecciones francesas un tipo extraño que responde al nombre de Nicolás Sarkozy y que de franchute tiene lo siguiente: es bajo, hijo de un emigrante húngaro y de una judía asquenazi que salieron zumbando de su pueblo cuando Hitler, reivindica el trabajo y se declara de derechas, está casado con una española tataranieta del músico Albéniz y pasa por prima lejana del alcalde de Madrid, Ruiz Gallardón, y, encima, nadie de su familia es funcionario en su país de adopción, que cuenta con cinco millones de funcionarios. Bata usted todos estos ingredientes y lo más parecido a Francia es un tortilla francesa, plato universal porque admite de todo, incluso a Nicolás, como el cocido maragato de la Maruja en Castrillo de los Polvazares. Su contrincante, Sègoléne Royal, la perdida, tenía, por el contrario, todos los pedigrís de «cherchez la femme». Es hija de un coronel de colonias destinado en Senegal y de Mayo del 68, bohemio apareamiento, lleva apellidos con grandeur a tope, pertenece a la alta nobleza funcionarial de toda la vida y milita en la izquierda obrera sin haber dado nunca un palo al agua. Sin embargo los franceses, que inventaron el chauvinismo, prefirieron votar al otro. Las galas elecciones han sido seguidas muy de cerca aquí, entre otras cosas porque Sarkozy es de la cuerda de Rajoy y a la Sègoléne la llamaban allá «la Zapatera francesa». En eso estábamos todos de acuerdo hasta el domingo, porque ayer dijo el Gobierno que sólo afectan a Andorra, donde, efectívamente, uno de los copríncipes va a ser Sarkozy y el otro el obispo de la Seo de Urgell (Lérida). Hé aquí un razonamiento elemental, pero barato en la frontera para no pagar aduanas electorales. En estos tiempos manda el marketing y se venden las burras políticas más insospechadas en Europa: el antiamericanismo, con los vaqueros ajustados, la alianza de civilizaciones, sin burka para feministas, los valores culturales del botellón a lo bestia que fue Mayo del 68, etcétera. ¿Qué pasa en Francia? Nada. Han vuelto los clásicos de la revolución: no se puede hacer tortilla sin romper huevos.

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