El fin del I.R.A y de la ira

CUANDO el humo negro y denso del contenedorquemado por los trabajadores del metal delante de mi ventana ya se ha disipado, cuando grupos de incontrolados siguen manifestando su frustración en las calles francesas por haber sido elegido Sarkozy, presidente de Francia, la noticia del acuerdo alcanzado en el Ulster supone la buena nueva del fin de una era de IRA en una Europa que va restañando heridas. Si en 1920, seis condados del Ulster se constituyeron en la provincia de Irlanda del Norte para mantener su vinculación con Gran Bretaña, no sería hasta 1937 que las tres provincias del Sur: Connacht, Leinster y Munster se definirían como la República de Irlanda. El inicio de la Segunda Guerra Mundial pospuso su declaración formal de independencia hasta el 18 de abril de 1949. Desde entonces, los protestantes unionistas, mayoritarios en el Ulster, dificultaron, de todas las formas posibles, el acceso de los católicos nacionalistas a los diferentes ámbitos de poder, temerosos de que su desarrollo económico y social se viera mermado si aquellos lograban su objetivo de una Irlanda unida. El Ejército Republicano Irlandés, popularmente conocido como IRA, surgió como el ejército de Irlanda en 1916 con el Alzamiento de Pascua contra la limitada autonomía que Gran Bretaña otorgaba en ese momento a Irlanda. Su intervención fue fundamental en la posterior Guerra de Independencia de 1920-21. Con su finalización muchos de sus miembros se incorporaron al Ejército Nacional del incipiente estado mientras que, aquellos que no desearon integrarse fueron protagonistas de las diferentes divisiones que tendrían lugar en el IRA y que marcarían la historia irlandesa del siglo XX. La escisión más relevante tuvo lugar en 1969 con la constitución del IRA provisional o PIRA grupo que optó por la utilización sangrienta del terrorismo para defender los derechos de los católicos norirlandeses. Desde entonces y hasta la firma del acuerdo de Viernes Santo del 10 de abril de 1998, la paz fue una utopía. El juramento del unionista Paisley y del ex miembro del IRA, McGuinness, pese a las reservas, la han convertido, por fin, en realidad.