Diario de León

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Hace UNOS DÍAS se celebró un hito histórico por partidos leonesistas, con fotografía incluida en la que una muchacha posaba al lado del acto de la cárcel elevando en puño en alto -no se sabe si el izquierdo o el derecho- y con el otro manteniendo una bandera leonesa. Ya se empieza, en principio, a identificar lo leonés con una tendencia y no se sabe muy bien si el león debe de estar al lado de la rosa -también con un puño- de la gaviota o del oso de Fávila. He traído este nombre, porque la muchacha del puño en cuestión seguramente estaba conmemorando el Bando de la Junta de Gobierno de León que el 1 de junio de 1808 publicó que «se declara la provincia de León unida con la de Asturias y demás del Reino de León a la defensa común y a la expulsión de los franceses». Enarbolar. sin más, una bandera de León, me parece una loable manera de expresar lo que llamo la leonesidad, pero elevar el puño no creo que exprese otra cosa que odio o amenaza. Por lo menos es esa la expresión histórica. Yo he visto fotos en que la puerta de Alcalá de Madrid estaba envuelta con un cartel en el que se leían «viva Rusia». Me pregunto que es lo que se quiere decir con elevar un puño al lado de la bandera de León. Es cierto que la leonesidad se encuentra acosada por el nacionalismo retrógrado, por el olvido institucional, por la política partidista y por la legislación autonómica, amén de otras cercanías. Digo nacionalismo retrógrado, pues por definición lo es todo nacionalismo. Ni siquiera podemos encuadrar a los nacionalismos como ideología sino que es un sentimiento que como todo lo que es visceral se aleja de la realidad. que, como lo define Anthony D. Smith - Nacionalismo , Madrid 2004, Oxford 2001- alguno de sus miembros consideran que constituye una nación. Es lo que ellos consideran que son no lo que realmente son. Es por tanto una falacia subjetiva. Convertir un sentimiento en partido político es una tergiversación de lo que es, en realidad la politeia. Bien es cierto que el artículo 6 de la Constitución define que «los partidos políticos expresan el pluralismo político» -en una redacción no muy feliz, pues lo definido no puede entrar en la definición- expresando la voluntad popular, pero no pueden encerrar en una ideología concreta lo que puede ser común a todo el arco social; léase sentimiento leonés, nacimiento o ciudadanía. Parece que para ser leonés, -como para ser vasco o catalán- se necesita saber llionés, de forma que un leonés de pura cepa- digamos nacido en Ordoño II y haber estudiado en el Instituto Padre Isla -no lo es si no lee el llionés. Claro que como tal cosa es una cuestión de fe -como dice Xosepe Vega, o como se llame, El Mundo , 6 de mayo de 2007- para que se convierta en «una cuestión de pura y simple racionalidad», tal como concluye el artículo citado. Eso es lo que se quiere, que lo leonés sea una cuestión de racionalidad unida al sentimiento. Por lo que respecta al olvido institucional, nada más tenemos que leer las declaraciones del señor Fernández Santiago - La Razón 21 de abril de 2007- presidente de las Cortes de Castilla y León, para darnos cuenta que le trae al pairo lo leonés, o por mejor decir, León a secas. En una entrevista se refiere a la relación con la Diputación de Valladolid -tiene «un montón» de ideas, es decir, «un conjunto de cosas sin orden unas encima de otras» RAE- se refiere a la Fundación Villalar de la que dice que se integraron los dos partidos de la Comunidad sin referirse nunca a las dos Comunidades o. si se quiere, entidades: Castilla y León es cosa de dos, pero por lo visto para el señor Santiago sólo existe Castilla. Ni una sola palabra para León. Eso sí dice que a los alumnos se les va a explicar las cosas tal como fueron. ¿Tal como fueron o tal como las interpretan los catedráticos de Valladolid?

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