Euskadi bendice el proceso

EL 27-M HA SOCIALIZADO la satisfacción electoral, y el presidente Zapatero glosaba ayer ese fenómeno de complacencias políticas, tanto del PP como del PSOE, diciendo que «es mejor que todos estemos satisfechos». Y nada más terminar la reunión del comité de dirección popular, Rajoy se asomó a los medios para afirmar que «personalmente» estaba «muy satisfecho», pero hizo una matización sobre tiempos verbales al enumerar lo que la gente había votado. Se habían votado, según Rajoy, candidaturas municipales y autonómicas, pero también se había votado «futuro». Y ahí estaba él, en el futuro del PP. Se tiene la impresión de que Rajoy a partir de ahora no dependerá tanto de la asfixiante tutela del aznarismo como del aliento que le presten Esperanza Aguirre y Ruiz-Gallardón, sabiendo una y otro que Rajoy les debe el éxito de haber ganado en votos al PSOE, lo que no conseguía el PP desde el año 2000. Pero lo importante no es la solidez o la levedad de los políticos sino su capacidad para seguir o modificar la estrategia que venían desarrollando, y en este sentido va a descubrirse enseguida si la política antiterrorista de Zapatero va continuar viéndose permanentemente descalificada por Rajoy o si, por el contrario, la lectura de los resultados electorales en el País Vasco y Navarra inspiran al PP actitudes de moderación crítica y consenso. La autonomía de Navarra ofrece unos resultados que a primera vista indicarían la conveniencia de que sobre Euskadi -y sobre la derivada etarra- los dos partidos mayoritarios no siguieran haciéndose la guerra, a lo cual debe añadir que los electores navarros han originado un enredo. Bien es cierto que de los enredos se sale, pero a veces no resulta fácil. En líneas generales, el electorado vasco ha premiado a los socialistas con aumento de concejales en las tres capitales, así como en el parlamento navarro. Y, al mismo tiempo, el éxito de las candidaturas permitidas de ANV, añadido a los votos en blanco en las circunscripciones en que ese partido no fue autorizado a concurrir, reflejarían un apoyo social muy elocuente a la izquierda abertzale. La política antiterrorista del PSE/PSOE no se ha visto ni mucho menos desautorizada en el País Vasco, mientras que ETA habría conseguido demostrar el volumen de su proyección sociopolítica, si hiciera suyos, como lamentablemente es de esperar, los votos de la izquierda abertzale que únicamente reflejarían enojo en favor de que en las elecciones pudiera participar todo el mundo. Dicho de otra manera, y desde la perspectiva vasca y navarra, el llamado proceso de paz habría recibido en los dos territorios un cierto estímulo. Falta saber si ese futuro que se habría votado el 27-M, según dice Rajoy, se interpreta por Aznar como un refrendo especial del electorado a sus admoniciones sobre el peligro de que España retrocediera setenta años por el túnel del tiempo hacia el peor momento de nuestra historia. Si así fuese, es decir, si Aznar se apropiase de los votos de Aguirre y de Ruiz-Gallardón, Rajoy seguiría viéndose incómodamente encorsetado por el poder que se mueve en las candilejas de su partido y que sólo de vez en cuando sale a la luz para decir cosas que a unos dan mucho miedo y a otros una risa muy triste. 1397124194