Diario de León

LA TORRE VIGÍA

Frentes estancados

Publicado por
XOSÉ LUIS BARREIRO RIVAS
León

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LA NOTICIA de la semana, el atentado de ETA contra el cuartel de Galdácao, ni siquiera fue noticia. Los terroristas hicieron lo que siempre hacen, en un intento de mantener su presencia social y política. El poder político también hizo lo mismo: formular las condenas acostumbradas, poner énfasis en su fe democrática, y prometer -siempre lo hacen- que todos los terroristas acabarán en la cárcel. Y el Poder Judicial, en su versión más política, también hace lo que le toca: mantener en la cárcel a Otegi (Dios sabrá para qué), alimentar la forzada confusión de identidad entre ETA y Batasuna (pueden ser igual de malos, pero no son lo mismo), y esperar a que el tiempo oxide y deteriore el nudo gordiano de este maldito proceso. El resultado es lo que podríamos llamar un estancamiento de frentes, como llaman los militares a esa temida situación en la que la guerra existe pero no evoluciona, y en la que cunde la sensación de que todo cuanto se hace y se sufre no lleva a ninguna parte. Se puede decir que las fuerzas de seguridad no están quietas, y que siguen deteniendo terroristas, pero también se podría decir que los terroristas nunca se acaban, y que su presencia en las calles y en la política vasca no cede ni siquiera ante los dudosos procedimientos de la Ley de partidos. También cabe decir que ETA mata donde puede y cuando puede, y que si en Galdácao no hubo una masacre fue porque no acertaron a provocarla, pero también es verdad que la furgoneta iba cargada con noventa kilos de explosivo -y no con trescientos o cuatrocientos- porque alguien lo decidió así, y que los terroristas conservan una inexplicable capacidad para trasladar y aparcar sus bombas junto a un cuartel. Por eso creo que estamos entrando en un frente de trincheras que, si bien es muy gravoso para los que están en él y para sus víctimas, produce una extraña paralización y resignación en los que tienen la obligación de restaurar la paz. Y de ello ha tomado nota la opinión pública española, que, de acuerdo con los resultados de una reciente encuesta, a penas da crédito (33% sí, 66% no) a la hipotética comisión de un gran atentado. El mensaje subliminal del Gobierno es que ETA lleva meses maquinando en cómo producir una masacre, y que si no lo hizo es porque las fuerzas de seguridad, entre las que hay que incluir a la policía francesa y al ángel de la guarda, se lo impiden. Pero la gente cree que las cosas ya no son así, que ETA quiere jugar al ratón y al gato -aunque ellos sean los ratones-, y que el final de esta contienda no se va resolver desde las zanjas. Por eso es necesario que pasen pronto las elecciones y volvamos a hacer política, antes de que las malditas trincheras nos coman la moral.

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