Diario de León

DESDE LA CORTE

Qué hacemos en Afganistán, además de morir

Publicado por
FERNANDO ÓNEGA
León

Creado:

Actualizado:

LAS VÍCTIMAS de la presencia de España en conflictos exteriores son ya 137. Ayer se alcanzó esta cifra en Afganistán. Uno de los soldados muertos, Germán Pérez Burgos, deja viuda y un crío de un año de edad. El otro, Stanley Vera, representa la realidad sociológica de la inmigración: en todos los sucesos con varios muertos, ya hay siempre un iberoamericano. En Ecuador ya conocen qué es recibir a un hijo envuelto en una bandera. Y aquí hemos constatado un detalle que aumenta la amargura: los medios técnicos, los blindados, los inhibidores no sirven de nada cuando un vehículo pisa una mina. El gasto en seguridad hace más difícil el atentado, pero no lo evita. Al dolor humano de la noticia se añade el impacto político: éste es un país que un día dio el poder a quien le había prometido traer a sus tropas de Irak. Ahora, estos golpes terroristas en lugares de gran peligro le hacen sufrir la angustia de temer que ningún suceso sea el último. Afganistán es uno de esos lugares de máximo riesgo. Casi todos los días hay noticia de alguna bomba, de algún secuestro, de algún soldado occidental fallecido. Se suceden las amenazas de unos talibanes que no ven a las tropas extranjeras en misión de paz. Las ven como fuerzas de ocupación. Cada día que no hay una víctima española es un éxito. ¿Se puede vivir así? Como respuesta a esta pregunta, hay dos reacciones enfrentadas: la del gobierno, que desea y debe mantener su compromiso internacional, y la de Izquierda Unida, que hoy presentará un calendario de retirada. Si se entiende que estar en Afganistán es como estar en Irak, lo más normal es exigir el retorno. Pero estar en Afganistán no es participar en una guerra de ocupación. Es ayudar a una sociedad oprimida por terroristas. Es cooperar y alinearse con otras naciones occidentales, bajo tutela y mandato de la ONU. Y es, sobre todo, cumplir un compromiso ético con las democracias de nuestro entorno. Plantear una retirada, aunque estuviera justificada por el dolor, sería una actitud insolidaria y cobarde. Pero es un debate legítimo. No sé si podemos decir lo mismo de otras actitudes que hemos visto y escuchado ayer: ese afán por cargar las muertes sobre las espaldas de Zapatero; ese pedir un funeral de estado, que ya se hizo con las víctimas de Líbano, pero se reclama como si el gobierno lo negara siempre y de forma vergonzante; esa exigencia de una medalla cuya concesión ya está regulada, justamente para impedir estas polémicas sobre cadáveres de soldados; todo ese tono, ¿qué es? Electoralismo puro; aprovechamiento impúdico de la desgracia con fines de desgaste del poder y, de paso, ganancia de algún voto¿ ¡Cómo les gusta a algunos políticos la explotación del dolor!

tracking