Diario de León

CON VIENTO FRECO

Benito Garnelo, beato

Publicado por
JOSÉ A. BALBOA DE PAZ
León

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EN ROMA, 498 mártires españoles fueron beatificados ayer en una solemne y concurrida ceremonia en el Vaticano, a la que asistieron el papa Benedicto XVI y prácticamente todo el episcopado español, dado que aquellos mártires pertenecían a la mayoría de las diócesis de nuestro país. Murieron a causa de la fe en los dramáticos días de la Guerra Civil como consecuencia de un anticlericalismo feroz que, de forma irresponsable, algunos grupos y partidos políticos venían predicando desde el siglo XIX. No fueron los únicos martirizados, muchos de ellos de manera atroz como recoge José María Zavala en Los horrores de la guerra civil . Antonio Montero, Vicente Cárcel o Julián Casanova, entre otros, han cifrado en más de siete mil los sacerdotes y religiosos/as que murieron por defender su fe; hubo, como se sabe, pocos apóstatas; la mayoría murió perdonando a sus asesinos. Por eso, desde la posguerra, aunque especialmente desde los años sesenta se iniciaron los largos procesos para su beatificación, algunos de los cuales concluyeron ayer. Entre los 498 mártires hay 59 leoneses de las diócesis de León y Astorga, todos varones excepto una mujer. No fueron los únicos que murieron aquellos días, hubo más, todos iguales en importancia aunque, por su cercanía personal, traigo hoy el recuerdo de Benito Garnelo, por quien las campanas de la iglesia del monasterio de Carracedo han sonado alegremente, llamando a la misa del domingo, presidida en su honor por el vicario de la diócesis. En Carracedo nació Benito Garnelo en 1876; estudió en el seminario de Astorga y posteriormente ingresó en la orden de San Agustín, en cuyo monasterio del Escorial se ordenó sacerdote en 1901. Fue un hombre culto, licenciado en Filosofía por la Universidad Central, colaborador asiduo de numerosas revistas, de algunas de las cuales fue director en algún momento, como Vida escolar , Religión y cultura , y La ciudad de Dios . En esta última, que por cierto se conserva en el instituto Gil y Carrasco de Ponferrada, hay numerosos artículos del P. Garnelo, el primero de los cuales publica ya en 1903. Sus temas son variados, la mayoría de información religiosa y filosóficos, pero hay algunos dedicados a León, como el publicado en 1919, Regiones que se transforman: El Bierzo , fechado en Cacabelos, en el que describe los cambios que la comarca está sufriendo en el contexto de la primera Guerra Mundial. Con toda la comunidad del Escorial, por cierto colegio en la que había estudiado el entonces presidente de la República Manuel Azaña, y que de manera tan displicente recuerda en su novela El jardín de los frailes , Benito Garnelo fue detenido y trasladado a la prisión de San Antón, en el mes de julio de 1936. Desde septiembre, cuando las tropas de Franco se acercaban peligrosamente a la capital, comenzaron las sacas de presos de las cárceles Modelo y San Antón, en las que el entonces delegado de Orden Público, Santiago Carrillo, jugó un importante papel. El 30 de noviembre, junto con otros cincuenta agustinos, era martirizado en Paracuellos del Jarama, nombre tristemente famoso en la historia de la infamia, en cuyas fosas comunes fueron enterrados varios miles de personas de las más de 12.000 que fueron violentamente asesinadas en Madrid. La ley de la Memoria Histórica, que pretende reescribir la historia, no puede ocultar este baldón de la República, estigma de un régimen político que nació con el apoyo ilusionado de muchos españoles pero que, por el sectarismo de los políticos, acabó en una cruenta guerra civil. Ninguna de las justificaciones alegadas resiste la menor prueba histórica sobre los asesinatos de religiosos, pues el gobierno de la República, directa o indirectamente, fue culpable de los mismos. La beatificación de los mártires podría ser un buen momento para la reconciliación de los españoles, pero algunos prefieren la confrontación por razones electorales. Pero ya se sabe que el que siembra vientos recoge tempestades; lo veremos en las elecciones.

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