Diario de León
Publicado por
MANUEL ALCÁNTARA
León

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«Los hombres se mueren y no son felices». Ese era el resumen de su experiencia vital que hacía el Calígula de Albert Camus, después de haberle quitado la vida a un montón de gente. Los españoles podríamos resumir nuestra estancia terrestre en dos rasgos esenciales: no encontramos un agujero para vivir y nos lo creemos todo. O sea, la falta de vivienda y la sobra de credulidad. Los jóvenes no encuentran un sitio donde caerse vivos y seguimos confiando en la extensa fama de crecepelos que nos venden los políticos. Ahora estamos en plena temporada, aunque nos hallemos en sus inicios. Si hubo una época en la que todo el año era carnaval, en ésta todos los meses son electorales. No sabemos lo que vale un peine, pero a quien compre uno le regalan dos, como los vendedores callejeros. «El porvenir es lo que está más allá de la mano tendida», decía Louis Aragón, pero en vista de eso hay muchos que nos lo pintan de rosa. Hay quien promete evitar nuevos escándalos económicos, aunque omite decirnos cómo va a modificar la naturaleza humana. Otros prometen construir más guarderías, más asilos y más «coches limpios», de esos que no contribuyen a acelerar el cambio climático, pero que alcanzan la misma velocidad que los coches sucios, para poder huir de él. La más sugestiva de las promesas se refiere, como es natural, al dinero. Eso de decirnos que todos vamos a ganar más viene a ser como ofrecernos que en las plazas de toros todas las entradas serán de barrera. Una de las medidas estrella del PSOE es la de elevar el salario mínimo a 800 euros. Pronto contraatacará el PP y después de haber criticado el derroche prometerá situarlo en 850. ¿Hay quien de más? No es que sospechen que los electores somos tontos: es que lo han comprobado en muchas ocasiones.

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