Diario de León
Publicado por
VICENTE PUEYO
León

Creado:

Actualizado:

JOAN TARDÀ, portavoz de Esquerra Republicana de Cataluña (ERC) en el Congreso, ha dado en el clavo. «No somos españoles, estamos españoles». El republicano ha demostrado ser un clarividente filósofo que es precisamente lo que nos hace falta en estas horas confusas. El ser alude a la esencia, a la naturaleza, es algo que nos viene dado: uno es un ciruelo, o un macaco, o un señor del Ampurdán y poco, o nada, ha podido hacer para evitarlo. El estar es otra cosa. Con este verbo se alude al hallarse en éste o en aquel lugar. Es algo voluntario, una opción. Gracias Joan, yo también estoy español y hasta ahora no había caído. Pero, ahora que pienso, también estoy leonés, claro. Y estoy aragonés y, si me apuran, hasta estoy, o he estado, alto-tajense y, durante un buen periodo, he estado madrileño a jornada completa y cobrando muy poco. No era fácil encontrar una definición rápida y sencilla para englobar a quienes intentamos escapar del encasillamiento de los ismos y, en particular, del más narcótico y soporífero que ha inventado el ser humano: el nacionalismo, esa ideombligología que se hace más y más a ridícula a medida que tomamos conciencia de la cortedad de nuestra existencia, de lo que somos y de dónde estamos. No vayan muy lejos, será pronto pero aún no son muy asequibles los viajes turísticos espaciales; solamente tecleen google.maps en su ordenador y dénle caña al zoom de signo menos. Miren cómo se aleja de su casa, de su calle, de su pueblo, de su país, de su continente, el planeta Tierra, ese hermoso milagro flotante concebido (sabe Dios por quién) para mejores causas. Detienes la bola azul a tu gusto y te dices con sano orgullo: estoy terráqueo. Porque tampoco nos preguntó nadie si queríamos ser; simplemente estamos aquí, que no es poco, habida cuenta de que, según aseguran los astrónomos, procedemos de lejanísimas y bestiales explosiones y somos, pues, la bípeda derivada de una extravagante y engreída casualidad cósmica que con turbante o barretina queda de lo más chusca. Desde que estoy español, gracias de nuevo Tardà, me siento mejor. Una agradable y laxa sensación me deja como ingrávido y me permite entender las cosas mucho mejor. Por ejemplo, se me fue de repente un cierto grado de perplejidad que arrastraba desde que en la TVE echaron en catalán, con traducción simultánea en castellano, el programa famoso de «Tengo una pregunta para usted». Algunos compañeros pensaban, al constatar esas íntimas dudas, que debía aliviar alguna telaraña mental. Pero ya está todo resuelto. Montilla estaba catalán y yo con él. La normalidad más absoluta. Vivimos en un espacio plural y plurilingüe en el que coexisten amistosamente (¿no?) varias lenguas españolas, y la noche del martes tocaba estar catalán. Otro pollastre cantaría si ese saber estar en este lar tan complicado se hubiera facilitado al personal plural con algo menos de boinismo e infumable ambición y con algo más de lealtad y de sentido común. Intentemos, de momento, no defraudar a Tardà el filósofo. Estemos, como él, españoles. Es cómodo y sensato. Y subamos en globo, de vez en cuando, para tener perspectiva y... poner distancia a las majaderías.

tracking