Risoterapia

VIVIMOS UN tiempo en que cada vez que se respira sube el pan y el butano, así que medio país esta volcado en las satisfacciones que nos da el fútbol, única religión global que existe hoy en día. Pese al pesimismo público que reinaba con respecto al seleccionador, un hombre de la cáscara amarga al que ni siquiera sus mejores amigos se atreven a considerar como la alegría de la huerta, ha dado el do de pecho y nuestros peloteros irán a la próxima Eurocopa. Otra cosa es cuándo volverán, seguramente al primer cruce con un toro en puntas, pero esa es una historia diferente. Buen momento para desvelar las claves que han facilitado el éxito al bastante hosco Luis Aragonés. Siempre en lucha por remover conciencias, sazonó los últimos entrenamientos con un rosario de chistes y anécdotas, causante de una piñata de carcajadas entre los jugadores. Sesiones de risoterapia y buen rollito que tuvieron mucho que ver, según los opinólogos, en el triunfo del equipo nacional. Al final siempre se fracasa, pero el caso es disimularlo en lo posible. Y para ello, nada mejor que el gran regalo de la risa, aplicado tanto al fútbol como a otros órdenes distintos de la vida. Muy lejos en el tiempo ha quedado la vieja solemnidad hispana, cuando España era gente con boina y mala leche, así que no se entiende el tachar de «frívolo» a Zapatero por aparecer sonriente en los actos de la campaña electoral. Diagnóstico un tanto excesivo que viene, como no podía ser menos, de boca del Partido Popular, cada vez más empeñado en que no sólo hay que ser de derechas, sino que también hay que parecerlo. Ellos sabrán¿, aunque ya diagnosticó el gran Erasmo que reírse de todo es propio de tontos, pero no de reírse de nada lo es de estúpidos. Una cuestión de prioridades, me imagino.