Diario de León

TRIBUNA

Carta abierta a un gato escaldado

Publicado por
ENRIQUE SOTO DE SOTO
León

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EL ESCRITO de Tribuna del día 26 de diciembre, firmado por Isidoro Álvarez Sacristán, me pareció una forma muy torpe de intentar desacreditar a la UPL acusándonos de lo que no somos. Comprendo que la peripecia vital del autor le haya llevado a adoptar actitudes viscerales y apasionadas contra los nacionalismos que percibe como amenazantes. Al haber vivido tan de cerca el terror del nacionalismo vasco es lógico que haya quedado sensibilizado contra todo lo que se lo recuerde. Como los que escandalizados por el sacrificio de la persona y el desprecio de la vida propia y ajena que se exhibe en el islam reniegan de toda religión, cristianismo incluido. O como los que sabiendo de los horrores de las dictaduras de Argentina o Chile y sus vuelos de la muerte y otras formas de matanza y exterminio, ven como culpables y responsables a todas las derechas de todos los países. O los que a la vista de los Gulags soviéticos y otras aberraciones semejantes ven como demonios a todos los que se dicen «de izquierdas». En definitiva, como dice el pueblo: «el gato escaldado del agua fría huye». Es natural, es instintivo, es simple. Pero no es inteligente. Hay que analizar y distinguir. Uno será de izquierdas o de derechas, pero no querrá que se le haga responsable de los crímenes de unos ni de los otros. Pues de la misma manera, aunque los leonesistas no somos nacionalistas, si lo fuéramos tampoco seríamos responsables ni culpables de los crímenes terroristas. Se presenta nuestro magistrado y poeta como doctor en derecho. Su escrito, pues, parece avalado por la autoridad que le confiere su titulación. No le cuestiono la preparación aunque eso no le libra de comportarse como un mero «gato escaldado». Yo no lo soy, ni doctor en derecho ni gato escaldado, así que mis únicos avales son el sentido común y la lógica de que soy capaz. Para empezar debo aclararle algo acerca de la UPL y los leonesistas. Me gustaría limpiar la imagen negativa que parece que tiene de nosotros según se desprende de la lectura de su escrito. No comprendo cómo una persona de su preparación puede decir que no fue capaz de hacerse con los estatutos de un partido. Y cita la Ley Orgánica 6/2002, de 27 de junio, de Partidos Políticos. Precisamente esa ley establece la inscripción de los Estatutos en el Registro de Partidos Políticos como el medio por el que se hacen públicos y se garantiza su legalidad. Los estatutos de la UPL no son secretos y, por su preparación y profesión, lo sabe. Entiendo que nacionalismo es pretender poner al territorio de referencia al nivel de las naciones reconocidas. Seríamos nacionalistas si quisiéramos codearnos en plano de igualdad con Portugal, con Italia o con Francia. Es decir, si quisiéramos la independencia. Pero no somos así. Los leoneses somos españoles. Estamos orgullosos de nuestra historia y de haber contribuido tan decisivamente a la construcción de España que nos vemos representados en el escudo nacional nada menos que con un cuarto del mismo. Si algún exaltado se expresó en alguna ocasión en términos nacionalistas es algo que se le debe atribuir a él personalmente, aunque sea afiliado, paro no a la UPL en cuanto partido, pues nuestros estatutos dicen muy claramente cuales son nuestros objetivos: La primera de las bases programáticas propugna «Alcanzar el Estatuto de Autonomía para León». El artículo 1 extiende el ámbito territorial de actuación a todo el territorio nacional español aunque centrándose «en el antiguo Reino de León o País Leonés: Zamora, Salamanca y León». Puede estar seguro de que los leonesistas en general, y la UPL en cuanto partido, aspiramos a que los leoneses podamos ejercer los mismos derechos que ya están ejerciendo los ciudadanos españoles de las demás regiones; es decir: la autonomía. No queremos ser más, pero tampoco menos que nadie. La identidad y los derechos que nos asisten a los leoneses han sido secuestrados por una autonomía conjunta con Castilla la Vieja que nunca ha sido sometida a referéndum. Esta comunidad autónoma birregional no estaba prevista en la Constitución pues lo que preveía era una Comunidad Autónoma para cada Región o Nacionalidad (art. 2) y nunca el agrupamiento de las mismas, prohibido expresamente (art. 145.1). Recuerdo una entrevista suya en este mismo periódico (dic. 2004) en la cual usted afirmó que: «los leoneses nos hemos dejado arrebatar el poder, o por lo menos, la mitad del poder. ¿Esto no se llama Castilla y León? Pues entonces la comunidad debería tener aquí la sede de alguna de sus instituciones, y no hay nada: todo se administra desde el otro lado, desde Castilla». Ser leonesista es eso mismo. Es la actitud que se adivina en estas palabras suyas; requiere solamente un mínimo conciencia de leonesidad, una pizca de amor propio y algo de compromiso a favor de tus paisanos. Ser leonesista no tiene más secretos ni misterios. A partir de aquí sí que podríamos entrar en diálogo y encontrar un espacio de acuerdo. Alabo sus palabras del 2004; las del 2007 me producen vergüenza ajena.

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