Diario de León
Publicado por
MANUEL ALCÁNTARA
León

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LOS INMIGRANTES, en líneas generales, no están muy al tanto de los comunicados del G7 y no se enteran de cómo van las principales economías del mundo: les basta con saber cómo van las suyas. Nuestro Gobierno se mostró hospitalario y dio dos millones de permisos de residencia en los últimos cuatro años, pero no previó cómo les iba a dar de comer a los huéspedes. Ahora casi la cuarta parte se ha quedado a la cuarta pregunta. Se encuentran sin empleo un 38,5 de ellos, cuando empezaban a ser de los nuestros. Quizá hubiera sido más sensato invitar a casa cuando contáramos con más habitaciones. Hay que tener en cuenta que todos, incluso los más cercanos, vienen de lejos. La distancia se confunde con el sentimiento y no se puede medir sólo en kilómetros el trayecto que va desde sus corazones al país donde se quedó su familia esperando el giro. La llamada «crisis financiera global» ha pinchado muchos globos. ¿Qué van a hacer los que se están quedando sin el puesto de trabajo que ocuparon porque los nativos no queríamos trabajar en esos oficios? Quienes profesan un cierto pesimismo antropológico aseguran ofensivamente que va a crecer la delincuencia. Ya sabemos que hay muchas más posibilidades de ser ciudadanos de orden si se cuenta con algún dinero. «Tú eres bueno porque llevas una buena vida», dijo un poeta. El problema es qué van a comer los inmigrantes en el paro ahora que la cesta de la compra amenaza con arrastrar el IPC a cotas históricas. El pan, la carne, el pescado, las frutas, todo ha subido. El record lo ostenta la leche, que aumentó de precio más de un 30 por ciento en lo que va de año. Algo como para cagarse en la leche. ¿Valía la pena venir desde tan lejos? Para ese viaje no necesitaban alforjas. Claro que para ellos las alforjas eran los estómagos.

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